A Nancy Sotillo la vida no la deja en paz. Recuperándose de una larga y pronunciada recaída, que la condujo por las calles de Tucupita vestida de Nazareno y que requirió de una buena dosis de ayuda, por parte de amigos y buenos samaritanos para levantarla, padece un nuevo e inmerecido quebranto.
Este viernes en horas de la noche, mientras compartía amenamente en el paseo malecón Manamo con un grupo de allegados, sujetos desconocidos se introdujeron en su residencia de la avenida Guasima, hurtando parte de sus bienes.
El duro golpe a su peculio –quiera Dios que no afecte su salud mental- consistió en la pérdida del televisor, el ventilador, la cocina y la comida que había en la nevera.
Ingresando por una de las troneras que tiene el techo de la vivienda, levantaron la parte inferior de la lámina metálica de la puerta de su habitación, sustrayendo el botín.
Residiendo en condiciones casi infrahumanas, solicita apoyo a las autoridades para por lo menos techar el hogar y contar con la posibilidad de tener un ventilador y una cocinita. Solicitud que avalamos totalmente ya que debido al zinc que recubre su dormitorio, este se ha convertido en prácticamente un horno.
Con escasos recursos para subsistir, debido al alto costo de los medicamentos que consume a diario y consumirá por siempre, demanda auxilio de quien pueda ayudarla.
Nancy quiere sanar y ser feliz, pero mientras unos se empeñan en tenderle la mano, numeroso “bichitos” que pululan entre nosotros se afincan en hacerle cuadritos la existencia.
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