Es la única y exclusiva forma de combatir la ola de calor que sacude el Delta a consecuencia del cambio climático
Francisco Pérez
El que sabe, sabe. Cuando Silvio Romero, director estadal del ministerio de Ecosocialismo, comienza a disertar sobre los temas de su preferencia, se pierde de vista.
El correcaminos -como una vez lo bautizamos en virtud del ritmo frenético, corriendo de un lado a otro para ganarse la papa-, se apea de la cabalgadura y empieza a exponer con desenvoltura de sabio, aquello que se ha puñaleado en cuatro décadas de estudio concienzudo.

En esta oportunidad, enciende las alarmas y clama por la acción combinada, pública y privada, es decir, la conjunción de esfuerzos entre gobierno y ciudadanía para combatir un enemigo invisible -el calor- que cobra victimas a diario, quitando la vida en forma de aceves e infartos, a personas cuya existencia debía prolongarse más, quedándose a mitad de camino.
1.- ¿Por qué tanto empeño en que sembremos árboles en Tucupita?
S.R.: Desde el punto de vista ecológico, los árboles juegan un papel preponderante, algunos le dicen función biológica, pero ese es el rol que cumplen ellos de manera natural.
Ellos son un colchón térmico, absorben bióxido de carbono y liberan oxígeno. Donde hay plantas, la temperatura se reduce a través del proceso de evapotranspiración que ocurre en sus hojas.

En una comunidad, en un mundo en el que cada vez hay más cemento, hay más hierro y hay más calor, lo que llamamos nosotros “islas de calor”, donde se concentra el calor en esos metales, en ese concreto, estando sumergidos en un ambiente que no es el mejor en cuanto a que, propicia la aparición de algunas enfermedades, los árboles ¡oh salvación! vienen, primero, a embellecer la estética paisajística de la ciudad. Segundo, son un colchón térmico y mantienen la temperatura baja en las zonas donde los hay. Tercero, son el pulmón, ellos absorben bióxido de carbono, responsable de esta gasificación, del verdadero calentamiento global y, por supuesto, liberan el oxígeno que respiramos.
2.- ¿Qué importancia puede tener mantenerlos, cuidarlos y generar campañas de concientización y de reforestación constante?
S.R.: Mientras más árboles nosotros podamos tener en nuestras ciudades, mantendremos una estética paisajística.
Le damos más valor a las propiedades porque hay paisajismo, contribuyendo a preservar el ecosistema en los espacios construidos. Por otra parte, mantienen condiciones ambientales favorables para la vida humana.

3.- ¿Te voy a preguntar para cerrar, como te lo preguntaría un niño, los árboles refrescarían la ciudad, contribuirían a reducir esa temperatura que nos está cocinando los sesos?
S.R.: Sí, así es, los desiertos son calurosos, porque no hay árboles; claro, su ubicación y resequedad tienen que ver con la inclinación del sol, pero, influye bastante el que no haya árboles, donde hay árboles también hay agua.
Relacionémoslo con Delta Amacuro, una zona subtropical, donde hay agua porque hay árboles, los árboles retienen en sus raíces gran cantidad de líquido.

Imagínate la gran importancia y relevancia de nuestros árboles: mantienen las cuencas, protegen la vida humana y la vida como tal, conservando las temperaturas suaves en nuestro entorno; embellecen la ciudad y, por supuesto, son captadores de carbono y expulsan oxígeno respirable a la atmósfera. En fin, son imprescindibles.


