El profesor universitario Diomar Rodriguez, centró en la política, esfuerzo y pasión.
Atrincherado en la oposición, dedicó cada minuto de su tiempo a edificar un cambio de timón.
La suerte o la voluntad de algunos, no lo permitió y la agitación en que había convertido su vida, le pasó factura.

El corazón se resintió y, al que fuera, protestatario por naturaleza, decidió darle tregua.
Se fue en su lid, sin claudicar un solo momento, consciente, al igual que el viejo de “el viejo y el mar”, que un hombre puede ser derrotado, pero jamás destruido.
Las fuerzas que adversan el actual gobierno, pierden un buen guerrero. Que en Paz descanse.
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