Hubo reencuentros en el marco del reencuentro mayor, que generaron suspicacia y roncha.
Según fuentes internas, de esas que están a milímetros del poder constituido, en este caso del Ejecutivo estadal, la actitud distendida y de estrecha hermandad entre ambas lideresas, hizo saltar las alarmas.
El hecho de trajinar juntas en distintos momentos del día, en el marco de la visita de la ministra Santaella a Tucupita, para inaugurar diversas obras e instaurar iniciativas educativas, en especial el IPASME, provocó escozor puertas adentro.
Una de las primeras políticas de fuste o funcionarias de alto rango en dar el salto, tomando distancia de la “clavellinera” y acercándose a la “turca”, fue Tamaronis.
La diputada por excelencia del Psuv, fue de Santaella una extensión en la Gran Caracas, tarea que pasó a cumplir con Hernández, hasta llegar a alcaldesa de Tucupita.
Loa, persona de entera confianza en aquel entonces de la ex gobernadora deltana y monaguense, entre cuyos méritos estuvo destronar a Emeri Mata Millán -omnímodo mandatario por 13 años- con apoyo del nivel central y vencer al “Gato” en la entidad vecina, lo ha sido también de la actual gobernadora por 4 periodos consecutivos en el Delta.
Anfitriona recurrente de los líderes psuvistas que nos visitan, jefa de campaña en reiteradas ocasiones, hizo lo que normalmente le encomiendan hacer, acompañar y colaborar con la que fuera tiempo atrás su patrona política, en este recorrido institucional de dos días, a lo largo y ancho del municipio en el que Loa gobierna. ¿A quién más que a la alcaldesa podría corresponderle esa labor?
Sin embargo, como Tucupita es un pueblo chiquito y el candelero suele ser grande, hay quienes la miran de reojo y piensan que hubo algo más allá, que la cortesía manifiesta.
Ay Loa, aguántate.
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