Yelitza Santaella no se detiene. Al rosario de cargos que atesora, pretende añadirle uno más, la presidencia del CNE.
Tres contendores se disputan la alta designación: Sandra Oblitas, Francisco Ameliach y, por supuesto, la deltana.
Para quienes dijeran que luego de Monagas estaba acabada, la clavellinera les demostró que hay Yelitza para rato.
A la que naciera en una pequeña población con caminos de barro, sin vías de penetración asfaltadas y le tomase un día ir en equino a Tucupita, la humildad por bandera le ha traído galardones inesperados.
Diputada a la Asamblea Nacional, Ministra de Educación, gobernadora por partida doble en dos estados, el suyo y Monagas, sempiterna jefa de Finanzas del PSUV, encargada partidista del suroriente del país, política por convicción, pasión y vocación, nunca ha dicho que no, jamás ha renunciado a un encargo y la vida la ha premiado.
Cuando el rio suena, piedras trae, y a la más aventajada de los Santaella en el ámbito público, las redes sociales la ponen muy cerca, a tiro del órgano electoral.
Activa como nunca, algo habrá hecho bien para que le depositen tamaña confianza.
Otra cosa es lo que piensa la oposición, cuando dice que la renuncia de los rectores fue forzada en procura de designar personas leales.
Seguro tiene razón, ¿Quién de mayor lealtad que Yelitza, apreciada y valorada por Maduro y Diosdado, estando al día de hoy en medio de los dos?
Puede que la mitad del país esté en desacuerdo, sin embargo, para sus paisanos continua siendo motivo de orgullo, que la “india” de la parroquia Virgen del Valle, suba otro escalón en representación del gentilicio deltano.
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