Cuando en el hogar se consciente conductas de violencia, cuando los padres aplauden que sus hijos se burlen de alguien más, cuando ocultan algún tipo de robo o que permitan que este se sienta con el derecho de golpear al prójimo, entonces ya se sabrá a quiénes culpar.
La educación en el hogar es la base para la formación de buenos ciudadanos con principios y valores; lo secundario y no menos importante, la formación académica en las escuelas.
Humberto Vega, adulto mayor de Hacienda del Medio III, insta a las familias y los maestros promover el respeto entre los niños, “sea quien sea”. Insiste en que una orientación evitará cualquier tipo de violencia; esa misma que las generaciones pasadas mostraban como “algo normal” y cuestionan a los jóvenes de ahora por ser débiles.
Vega recomendó a los padres y representantes no gritarles a los niños, sino intentar en lo posible entenderlos, sin perder el control y orientación sobre ellos.
“Nosotros mismos debemos aconsejarlo en las casas de que a la otra persona hay que respetarla venga como venga, esté como esté, o sea como sea”, dijo.
Cipriano Landaeta, de El Jobo, recomendó inculcar y sembrar los valores del respeto y la tolerancia; esta última no se trata de calarse a alguien o algo, sino comprender cualquier contexto que pudiera derivar en violencia, para evitarla. Asegura que de esta manera se combatiría la violencia tanto en la escuela como en el hogar.
Cuestionó que, “la violencia se ha incrementado considerablemente porque la formación en el hogar ha disminuido”.
Elio Antonio Marín, de Deltaven, recomendó inculcar buenos principios y modales a los niños en la escuela y el hogar. De esta manera el respeto estará más presente.
Insistió en que los padres deben enseñar las bondades de ser buenas personas y los principios a sus hijos, para que puedan ser ciudadanos de respeto. Lamentó que, “un hogar sin formación, es un lugar de puro desastre”.
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