Carlos Rivas padeció el hurto de dos reses preñadas el pasado 8 de mayo de su finca ubicada en El Caimán del municipio Tucupita; luego, amenazaron de muerte a su caporal; después, el lunes 10 de mayo, le sacrificaron un caballo dejándolo sin ancas y, por si fuera poco, dos de los inculpados salieron en libertad. Este es su testimonio.
El ganadero Carlos Rivas presumía que le había asestado tres certeros golpes, sin sospechar que lo esperaba un demoledor cuarto impacto, de los tres detenidos, dos quedaron absueltos en la audiencia preliminar.
A pesar del esfuerzo que realizó en la comparecencia, poniéndose prácticamente en lugar del fiscal, los vio desfilar tranquilamente rumbo a las puertas del vidrio del Circuito Judicial y difuminarse en el sol caribeño de pleno mediodía.
Frustrado, rumió su descontento en forma de testimonio y quiso fraguar un último acto de justicia, si son libres, al menos que los alcance la sombra de la vergüenza y frenen el impulso de los perros hueveros, que por más que le quemen la trompa, siempre reinciden.
