Jesús dijo a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.» Luego, dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre.» (Juan 19,27)
Jesús, te has ofrecido por mí, y Tú me regalas a tu mamá!: ¡»Madre, te quiero»!
María me mira con sus purísimos ojos y me dice: «Hijito, si Jesús te ha perdonado todo lo que le hiciste, yo también te perdono. Ven.”
María expresa y nos regala la riqueza de la misericordia de Dios.
¡Bajukayara Dani!
Dioso isiko jau. Ine teraja ji obonoya
Saludos Mamá, Dios te bendiga. Te quiero mucho.
Con afecto y cariño, les saludo queridas y apreciadas madres de nuestro Vicariato Apostólico.
Deseo expresarles y manifestarles cuán agradecido estoy de todas ustedes. Quiero siempre reconocer y valorar en nuestra Iglesia, que peregrina en el Delta Amacuro, la presencia de ustedes como discípulas misioneras y servidoras de la alegría del Evangelio.
La entrega generosa y fecunda a la vocación recibida del Señor como bautizadas, hace de nuestra Iglesia, esperanza viva del Reino de Dios entre nosotros.
Ustedes revelan en sus rostros a María de Nazaret, Madre entregada por su Hijo Jesús, como modelo de todo cuidado y solicitud por los más vulnerados y descartados de nuestra misión.
Gracias queridas madres. Con el testimonio de fe que dan en tantas de nuestras Comunidades, son ustedes una antorcha encendida en medio de la oscuridad y confusión de nuestro mundo.
¡Ánimo y confianza!
¡Feliz y bendecido día de las madres!
Tucupita, 10 de mayo de 2020
Monseñor Ernesto Romero
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