Uno de los homicidas de Noel Caraballo vivió dos años en su casa

La ingratitud fue la moneda de cambio con que le pagaron al Prof. Noel José Caraballo Acosta, uno de sus homicidas vivió dos años en la casa que alquilaba.

Su crimen cumple con todas las premisas de un clásico caso policial. Se conocían, residían cerca, los perpetradores del hecho son “mala conducta” y tenían libre acceso a la vivienda, Caraballo era dadivoso y vivía solo, hubo exceso de confianza, desenfreno, y eso contribuyó a su triste final. Un coctel de lugares comunes e hilos conductores fiables para cualquier pesquisa.

Por otra parte, Noel solía ausentarse durante varios días, ya que, oriundo de Capure, municipio Pedernales, y robinsoniano al fin, con varios familiares dedicados a las labores del campo, se iba a trabajar en solitario la tierra, en la pequeña tenencia que poseía en Palo Blanco.

Por eso, cuando una veintena de zamuros comenzó a revolotear la casita color rosa de Inavi, ubicada en la comunidad Los almendrones, vía Guasina, sector Deltaven, nadie creyó que fuera él. Los vecinos de la casa contigua, pensaron que se trataba de un perro muerto en los alrededores.

No es un perro

Aquella infausta mañana del jueves 18M, fue un trabajador del aseo urbano quien dio la noticia, “no es un perro, es un muerto”.

A partir de ese momento, conociendo su forma de vida, sus inclinaciones y altruismo, la solidaridad y el desprendimiento que lo caracterizaban, hubo un solo carril para identificar a los autores en menos de una semana. Luego, obviamente, se produjo la búsqueda y al final la detención.

Residían prácticamente en diagonal, adentrándose en un caminito de tierra, en una de varias viviendas con el urbanismo sin terminar.  Para esconderse, sabiéndose acechados, sin animo ni posibilidades de irse lejos se refugiaron en una comunidad cercana a menos de 10 cuadras de distancia.

Evidentemente ingresaron, con el consentimiento de Noel, impelidos a robar. Probablemente, decidieron acabar con su vida al saber que los denunciaría. Ciertamente, no tuvieron compasión al momento de asesinarlo. Realmente, huyeron sabiendo que caerían, tenían el mundo en contra y el Cicpc encima.

Vivió por adelantado su propio viernes santo

Los sueños de Caraballo terminaron abruptamente, un corazón noble, el acendrado espíritu cristiano y la firme creencia en la redención de todo ser humano, lo hicieron caer.

Este jueves santo habría sido su última cena, el viernes santo lo vivió por adelantado, desde el domingo 14M está a la vera del Señor.

 

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