Maiker "el musico" y Maifer "el boxeador"

Uno de los hermanos deltanos asesinados en Trinidad pintaba como campeón mundial de boxeo

Maifer López, uno de los dos hermanos deltanos desaparecidos el pasado 11 de diciembre en la vecina Trinidad, era un destacado boxeador.

En 2017 formó parte del equipo amateur Caciques de Venezuela, luego dio el salto al profesional. En aquel entonces se midió con boxeadores de Argentina, Colombia y Cuba, dejando una excelente impresión en la nación neogranadina, razón que llevó a que le ofrecieran un contrato para incorporarse al pugilismo rentado y hacer carrera en ese país.

Tenía físico y apostura, protagonizando varias carteleras en las que fue figura, la ultima el 15 de diciembre de 2021.

Maiker “Maikoll ÉL MK” López, el hermano mayor, se desempeñaba como músico. El pugilista, con algunas destrezas en la ejecución de instrumentos, lo acompañaba “matando tigritos”.

Oriundos de Monagas, habían fijado su residencia en el Delta, donde contaban con una familia numerosa y pasaban la mayor parte del tiempo.

Ambos desaparecieron juntos y de igual forma fueron hallados. Aunque no se conozcan detalles, se filtró que fueron duramentamente maltratados y hasta descoyuntados.

Carrera de Maifer

Aguerrido y habilidoso, escogió como profesión el deporte de las narices chatas, habiendo combatido únicamente en Colombia, donde forjó un record de 10 victorias, 8 de ellas por nocaut y apenas dos derrotas.

Con 32 años a cuestas, ganó sus tres recientes peleas al hilo, con una holgada victoria por decisión unánime en su último combate, que habría de ponerlo en el camino de las grandes peleas, algo que no ocurrió al mudarse a Trinidad.

Tenía suficiente dinamita en los puños y actitudes de fajador. El mismo “guaramo” poseía Maiker en el ámbito musical, a quien por cierto le simpatizaba el boxeo, llegando a practicarlo. Eran un promisorio dúo, una sumatoria de talentos.

Se dijo que la noche que desaparecieron, estaban en compañía de unos ciudadanos trinitobaguenses con dudosa reputación. También se escuchó, que estuvieron en el lugar y sitio equivocados.

Moreno de ojos grises uno y rubio de ojos castaños el otro, se complementaban perfectamente, sosteniendo una hermandad que trascendía la consanguineidad, para convertirse en devoción mutua. Fueron destinos indisolublemente unidos.

Trinidad posee el dudoso récord de no descubrir nunca los homicidas de los venezolanos, esperamos que por esta vez, ocurra lo contrario.

 

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