El éxito normalmente tiene bases sólidas, traducidas en miles de horas de dedicación, incluso una vida entera, con los respectivos matices según la ocupación o área, aunque con un fondo similar. Angelo Dundee, es uno de los entrenadores deportivos más extraordinarios que ha tenido la humanidad. A dicho entrenador hay que brindarle múltiples miradas a fin de entender lo que pretendía transmitir a quienes formaban parte de su equipo de trabajo y a quienes no. Lo hemos tomado como referente en cuanto al perfil ideal de un entrenador, ilustrando que en el fútbol de salón de Venezuela hay una amplia lista de entrenadores, cuya trayectoria es bien interesante y digna de estudiar para aplicar sus enseñanzas en varios escenarios. La pregunta obvia que se hacen muchos es ¿Cuál debería ser el perfil ideal de un buen entrenador?
Son muchas las posiciones en cuanto a responder asertivamente la pregunta antes citada, por tratarse de una persona sumamente importante no sólo para el deporte, sino además, para la sociedad en general. En sentido general un entrenador no sólo orienta al atleta en lo concerniente a su disciplina, sino que también lo orienta para la vida; desempeña acciones bien importantes entre las cuales están las de: amigo, planificador, consejero, motivador, asesor, mentor, así como también enseña habilidades y técnicas del deporte que le corresponde dirigir. El entrenador tiene la capacidad de ayudar-apoyar a sus atletas, prepara los programas a desarrollar durante el entrenamiento, se comunica de manera efectiva con los atletas, también está pendiente del monitoreo y el progreso de los entrenamientos, así como también predice-proyecta el rendimiento del atleta de acuerdo a lo aplicado en cada trayecto.
La formación que se ha dado al entrenador en las aulas y en el transcurrir de su vida, le permite enfrentar distintos retos en las diferentes etapas de su carrera como líder del equipo de trabajo, así como también mentor de su o sus atletas. Además tiene múltiples habilidades, que le ayudan a mantener las mejores relaciones no sólo con su equipo técnico, sino también con el componente gerencial de la organización a la cual se debe desde el punto de vista profesional. No debe dejar tampoco de lado la forma de gestionar la rehabilitación que deben tener los atletas. Por lo antes señalado y otras variables que serán tratadas en venideras columnas es que el entrenador debe prepararse cabalmente, debe convertirse en un investigador permanente, a fin de tener las herramientas con las cuales pueda resolver los posibles entuertos y ¿por qué no? disfrutar de la mejor manera, sin arrogancia, los éxitos logrados.
No es sólo tomar un grupo y moverlo a su antojo, es hacer de ese grupo el posible equipo triunfador en los distintos escenarios que dentro y fuera de la cancha de juego, que sea un ejemplo a seguir, donde no haya espacio para utilizar un lenguaje compuesto por palabras escatológicas. Forjar la posibilidad de que ese atleta se convierta en un ciudadano ejemplar, en el cual la ciudadanía se sienta reflejada, y quieran tenerlo como ejemplo a seguir.
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