Al trio de sebines que aparece en la gráfica le corresponde un insoslayable honor, haber aplacado sin el uso de la pólvora, el furor de los pranes que por casi dos décadas se hicieron dueños y señores del Centro del Reclusión y Resguardo Policial Guasina (CRRPG).
A fuerza de presencia, constancia, normatividad, reglamentación y rectitud impusieron una ley marcial, caracterizada por un régimen disciplinario estilo militar orientado a formar en valores patrios y reajustar conductas extraviadas que ponen en riesgo la sociedad.
Ante el grado de desorden y descontrol imperante, se hacía necesario reponer rápidamente la autoridad a quien corresponde y desestimular cualquier intentona de retornar a la situación anterior, y a tenor de mucho sudor y dedicación lo hicieron.
Aprovechando la fuga masiva del último resquicio de poder carcelario en manos de los reos, tomaron sorpresivamente las instalaciones, incautaron un lote importante de armas, reintrodujeron la custodia policial permanente en las áreas internas, reclasificaron y reubicaron los penados en los módulos según la tipología de los delitos, impusieron mayor control en la entrada, redujeron las comunicaciones a lo estrictamente necesario, formalizaron y organizaron las visitas, cambiaron los esquemas de los días festivos y se dedicaron a construir una nueva realidad fundamentada en la paz, el trabajo, el orden y el respeto.
Con base en su formación en la antigua DISIP, ahora SEBIN, aplicaron un sistema de inteligencia para desactivar cualquier motín a bordo, que ha funcionado a la perfección hasta el momento y hoy en día exponen orgullosos los resultados. El primero y más elocuente, a diferencia de otros estados y penitenciarias donde el pranazgo se mantiene, en Delta Amacuro las palabras: pran, carro, lucero, van cayendo en desuso y pasando a olvido.
Por fin, en dos decenios, los otrora líderes negativos dejaron de: 1) Ser el pan nuestro informativo de cada día, 2) Constituirse en modelo a seguir por la juventud, 3) Mantener una justicia paralela, 4) Hacer uso y abuso de un poder sustentado en la violencia, ajeno a la ética y la moral, 5) Ejercer una autoridad desviada y retorcida, a espaldas de la espiritualidad y las leyes, 6) Manejar los hilos de las actividades delictivas del Estado desde adentro, sin reparo, control ni freno alguno, 7) Constituirse en dueños y señores de nuestras vidas asesinando cuando se les ocurriese, entre otras manchas solares, que empañaban la luz de la cotidianidad.

Sin mayores recursos, con más tropiezos y dificultades que apoyos reales de las instancias nacionales, estos señores fueron configurando una nueva realidad basada en la naturaleza original de una entidad, cuyo fin es la reinserción social y nunca-jamás constituirse en escuela de delincuentes.
A año y medio de la reconquista obtuvieron el reconocimiento público que merecen, despejando la ciudad del mayor peligro que se conociera, fuente de dolor y pesar, y fueron condecorados por la autoridad que puso en sus manos tamaña responsabilidad.
Al Zar de la Seguridad, Com/J Noel Valderrama; al sagaz Com/J Jackson London, jefe de Polidelta; y al intrépido O. Juan Rincones, director del CRRPG; la gobernadora Lizeta Hernández, les impuso la orden más alta a que se pueda aspirar en el Delta, Sol Naciente o “Iaha Namoni” en su única clase, en retribución a la dedicación y entrega que han puesto a sus tareas, en una tierra distinta a aquella que los vio nacer y que han adoptado como si de ella provinieran.
Felicitaciones a este trio de sebines y el más sincero deseo de que aquello que han conseguido en el reclusorio deltano, por ninguna razón se pierda.