Pompilio Monroy Perales
1: Lectores inteligentes, como todos ellos son, establecen la ilación de mis críticas satíricas dadas en otra ocasión: una, “Feliz Confesión”, otra, “Infeliz Confusión”, y “Juicio a Feliziano” -que terminó en frustración- ; las memoro en este día por ser una trilogía que provocó urticaria, piquiña o comezón, y enorme calen tazón en algunos enchufados de la tal revolución. Sin embargo, pese a ello, por verdades contenidas, probada comprobación, ninguna mereció pizca de refutación.
2: La primera se refiere al goce impúdico de un miliciano sideral encargado de la humanidad salvar, sin temor a fracasar, construyendo un hombre nuevo cual Jesucristo estelar. Da cuenta del armamento que le dio La Jerarquía para controlar conciencias y el hábito conductual, imponiendo como sea la misión encomendada: convertir al hombre en nada. Exhibe felicidad desbordante como nunca fuera antes, y su buen vivir viviendo con zoocialismo jodiendo corresponde desde antaño con su nombre: Feliziano.
3: En la segunda empieza la incertidumbre del miliciano, su infeliz confusión que lo carcome, al descubrir que el hombre no es individuo de colonia penal, rebaño, o aprisco, sino persona dotada de pensamiento y voluntad, muy difícil de apriscar, aunque es poco lo que come. Su desasosiego lo lleva a pensar en pedir ayuda al recluta, tocayo de su mismo nombre. Carente de lumbre, espera ansioso que el kamarada lo alumbre para no quedar ocioso.
4: La tercera sátira cuenta cómo los verdugos del régimen intentaron enjuiciar a Feliziano en su cueva de análisis situacional, por sus mensajes subversivos publicados en Tana Tanae y Faceboock. Pero no contaron con la astucia de este nuevo chapulín colorado, un súper héroe sin súper poderes. Tenía aliados internos en la misma caverna, libres y de buenas costumbres, que lo grabaron todo; y sus compinches externos lo ayudaron para que quedaran ciegos y sin vista, porque se fue la luz, se fue la luz, se fue la luz, y el juicio se frustró. El autor sonrió.
5: Seguidamente a esta trilogía vino “Crítica Masónica” -que no es sátira- , sino fundamento de todas mis críticas, como también lo es la concepción socialista, tan ignorada por los voceros oficiales y oficiosos del gobierno en Delta Amacuro.
6: Luego publiqué “Entre Virus”, donde narro las procedencias del amarillo y del rojo, sus intenciones, los métodos para combatirlos, su relación dialéctica. Aquí apliqué las dos clases de críticas, que coinciden en el sentido, propósito y razón de “superar” lo personal, oficial y socialmente estatuido. Mis consecuentes lectores, avezados como son, guardando la compostura, comprehenden la “travesura”.
7: Esta cita viene al pelo en la presente ocasión, porque tiene la razón: “La sátira es el arma más eficaz contra el poder: el poder no respeta el humor, ni siquiera los gobernantes que se llaman democráticos, porque la risa libera al hombre de sus miedos”. Darío Fo, Premio Nobel de Literatura 1.997.
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