Por Amador Medina / Fotos de Abner Ramos
Si hay algo que caracteriza al balompié deltano, es que en algún equipo siempre habrá “un maraisa” (mi amigo en warao) que les ponga sabor a las jugadas. Si no hay un warao, simplemente el combinado estará incompleto.
En medio de sus carencias, porque claro está que la mayoría de ellos enfrentan un contexto social histórico más complicado que los no indígenas, sus esfuerzos continúan a menos de una semana de llevarse a cabo los Juegos Nacionales Indígenas de Futbol en el estado Bolívar, del 12 al 14 de octubre.
Eduin “caballo” Jiménez, capitán del equipo, asegura que sus paisanos están animados y centrados para lo que se viene y destacó que darán lo mejor de sí para representar con orgullo al estado Delta Amacuro.
La mayoría de los jugadores provienen de comunidades como Araguaimujo, Nabasanuka, El Moriche, Bonoina, Yakerawitu y hasta de Kayanajo. Lo más profesional que jugaron de niños, fueron las caimaneras en playones y con balones de boyas, cuando la marea del río bajaba. Ahora, estando en Tucupita, porque sus padres se mudaron a esta localidad, por estudios, o carencias de servicios básicos, se han ganado a pulso un cupo entre los torneos que se organizan en la pequeña ciudad.
Ellos vienen de la formación del futbolito, o futbol de salón, ese balompié que nació en los suburbios de las grandes urbes, en los sectores más populares del mundo y, en medio de estas realidades, sus esfuerzos se anteponen con dignidad para representar al estado Delta Amacuro frente a estados con infraestructuras y recursos económicos mejores posicionados como, Bolívar, Amazonas y Zulia.
Zapatos rotos
Varios de los jugadores tienen los zapatos rotos. De acuerdo con algunos delegados, ya han logrado prestar algunos para la jornada, pero todavía quedan jóvenes waraos con los calzados rotos, aunque con el ánimo intacto de dar lo mejor. ¿Te animas a donarles unos zapatos? Así sean usados, “pero que todavía aguanten un poco más”.
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