Por Apolinar Martínez/Sic.
Me es imposible escribir acerca de Víctor José López, «El Vito», sin que se me agolpen tantos sentimientos de admiración, respeto, fraternidad o solidaridad y que éstos no me hagan temblar -y por qué no decirlo- llorar como un niño.
Coincidimos por primera vez el 3 de noviembre de 1969. Era la primera edición de «Meridiano», del cual fuimos fundadores, junto a Humberto Galarza y Carlitos González, quien era el director y propietario de este diario. Desde allí, no nos separamos más nunca, aunque tuvimos diferencia sobre muchas cosas, puntos de vista distintos, incluso contrapuestos. Siempre respetó mis criterios, aunque no los compartiera. Si bien nadie escribía como él -con tanto dominio sobre los toros, su pasión- «El mejor del mundo», según me lo dijo el genial torero, Paco Camino, El Vito poseía un estilo maravilloso y una cultura universal, sin importar el tema que tocara, tal como lo demuestra la serie de libros y artículos que fue esparciendo por todas partes.
Durante muchos años, estuve junto a él en el Canal 8 de televisión, con el programa «Meridiano en la Noticia». También compartimos en distintos programas de radio, siempre deportivos.
Tengo de él infinitos recuerdos, anécdotas y lecciones que daré en otra ocasión, porque el dolor que me embarga no me permite salir y hablar de algo que no sea la pérdida que ha tenido el país con su presurosa marcha.
Hago llegar mi palabra de pesar hasta sus dos amadas hijas y a todos sus familiares.
Descansa en paz querido hermano- Dejaste una profunda huella en tu paso por este mundo.
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