Lo impensable ocurrió la mañana de este sábado 10 de abril. En vísperas del 11 de abril, fecha histórica en el marco de la insurgencia opositora, en Delta Amacuro se tejía otro golpe de estado, que estuvo a punto de concretarse.
En reunión de directiva convocada a fin de sustituir importantes cuadros del comando naranja, cuya arquitectura es de carácter horizontal con un pleno de 15 personas que detentan igual autoridad, se desató la tormenta.
La posibilidad manifiesta de que el líder de la tolda política en la entidad, perdiera tres de sus cuadros, a manos del otro sector que de esa forma voltearía el predominio existente convirtiéndose en la tendencia mayoritaria, llegando a acumular hasta 11 puestos directivos, se convirtió en un atajaperros que no condujo a lado alguno.
Con Leopoldo López fuera del país y Juan Guaidó tratando de sostener la figura de presidente interino y reconquistar la popularidad que viene perdiendo a pasos agigantados, los liderazgos regionales de VP se ven sometidos a fuertes fuerzas de cambio.
Nuestro estado no podía ser la excepción y al sempiterno conductor de VP le están buscando la vuelta para quitarle el pedestal y someterlo a la centrífuga de la estructura con la posibilidad de que no detente el poder decisorio que tuvo hasta ahora.
Este 10 de abril, un día antes del 11 de abril, no pudieron. La oposición tampoco pudo en aquel entonces y el chavismo, al día de hoy, superó los 20 años. Aunque, la verdad sea dicha, nunca es igual el agua que pasa bajo el puente. Tampoco tiene por qué serlo esta vez.
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