La oposición está dividida en dos grandes sectores:
SECTOR 1: ABSTENCIONISTAS CIRCUNSTANCIALES: (Se les llama así para diferenciarlos de los que no votan por costumbre o los indiferentes). Son los que no van a votar porque consideran que no hay condiciones para ello y, además, se niegan a reconocer a los poderes públicos por su origen ilegítimo. En diciembre del año pasado representaban el 80% de la población opositora. Según su propuesta de cambio político, se subdivide en tres grupos:
Primero: son los que tenían como ruta el “cese a la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres”. Ahora están a la espera de los resultados de las negociaciones entre Guaidó y Maduro para tomar decisiones.
Segundo: los que mantienen la esperanza de hacer cumplir la voluntad del pueblo venezolano expresada en la consulta popular del 7 de diciembre de 2020. En función de eso tienen propuestas bien definidas.
Tercero: son los que consideran que con una huelga general indefinida de todos los trabajadores, acompañada de manifestaciones de calle y el lema: “hasta que Maduro se vaya”, es la única manera de lograr el cambio político.
SECTOR 2: NO ABSTENCIONISTAS: son los que escogen el camino electoral como único medio para lograr el cambio político, independientemente de las circunstancias. En diciembre del año pasado representaron el 20% de la población opositora. Pero esta tendencia ha crecido de tal manera que en estos momentos representan, al menos, un 50%. Esa conjetura se desprende de los contactos cotidianos.
Ahora bien, ¿la ruta electoral no implica reconocer a Maduro y a sus instituciones?
Ciertamente, escoger el camino electoral significa el reconocimiento de los poderes públicos. Pero no para convivir o cohabitar con ellos. Se reconoce que son ilegítimos pero a su vez son poderes de Facto, es decir, de hecho; son los que gobiernan al país, esa es la realidad, hay que reconocerla. Por lo tanto, el cambio político por la vía electoral debe conducir a un proyecto para legitimar y dar la debida independencia a esos poderes.
¿Cuándo comenzaría el proceso de relegitimación de los poderes públicos?
Con el referéndum presidencial, ese es el primer paso para dar comienzo a este proceso. Por eso, el referendo revocatorio debe formar parte de un gran acuerdo político nacional, sin exclusiones. Luego, podría darse algo similar a lo ocurrido el año 2000, cuando hubo relegitimación de poderes. Porque participar en las elecciones conduce inexorablemente a la convocatoria del referéndum revocatorio para ser coherentes y consecuentes; cualquier candidato en cualquiera instancia debe promoverlo como su máxima oferta.
Entonces, ¿los candidatos de oposición deben promover el referendo revocatorio?
Por supuesto. Si hay coherencia, todos los candidatos de oposición deben tener al referendo revocatorio como una de sus ofertas electorales. Debe ser su carta de presentación como opositores, porque es allí donde conduce inexorablemente la ruta electoral.
¿Quiere decir que cualquier candidato de la oposición que ofrezca soluciones sin promover el cambio político es un hipócrita?
Exacto, así es. La respuesta a esa pregunta se puede dar con otras preguntas:
¿Con qué presupuesto va a resolver los problemas de su región, si este depende de los ingresos de la nación?
Sabemos que los recursos están limitados por la quiebra de las empresas básicas, por el bloqueo y las sanciones a las que está sometido el país.
¿Cómo va resolver el problema del combustible, si este es importado en cantidades limitadas y está bajo control de las autoridades nacionales?
¿Cómo va a abrir puestos de empleo con sueldos digno para frenar la emigración?
En conclusión, ningún gobierno regional o municipal puede ser efectivo o cumplir expectativas con las condiciones políticas y económicas que vive el país.
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