

Una infanta de 10 años ingresó al hospital Dr. Luis Razetti de Tucupita con lesiones en sus partes íntimas dando origen a la investigación
Francisco Pérez
El taxista L. R. C. M. de 56 años, se jugó la cabra (animal que representa la lujuria) y ganó.


Solo que, la ganancia que obtuvo no se la deseamos a nadie, un boleto directo al centro de retención y resguardo policial, antiguo reten de Guasina.
La historia comenzó con el abordaje de los estadales en el centro de salud, verificando que ocurría con la niña.


Constatada la información, recabadas las señas particulares del supuesto agresor sexual, lo detuvieron en su guarida de calle Pativilca.
Negando toda posibilidad de estar vinculado al hecho, le leyeron la cartilla indicándole que, en su contra pesaban dos factores, el tipo y grado del traumatismo y la confesión explicita de la presunta víctima. Por más que se creyera invulnerable e hiciera valer su condición de adulto mayor, estaba metido en tremendo lio.
Lo siguiente fue de rutina, el buen 1er Com. Pablo Marcano, jefe del cuadrante 7, se lo presentó al Com/J. Jackson el “sagaz” London y este, de manera sucinta, le manifestó sus derechos.

Antes de enviarlo al reclusorio, el “sagaz” le dio una mala noticia, o prepara una muy buena defensa o l@s artiller@s del Fiscal Superior David Aumaitre, le harán cama y mesa para que pase los próximos 20 años viendo un panorama de rejas bailando sobre su cabeza.
El Ministerio Publico, a los casos de abusos a menores, les lanza con guáimaro grueso hasta dejarlos sepultados en vida, que es como decir, casi muertos.
Por lo menos, al no haber pranes en el retén, tomando la justicia por su mano, el abuelo podrá respirar.