Es la pregunta que se hacen los deltanos y es la interrogante que continúa sin resolver.
A 4 meses de su muerte, el caso se ha convertido en un cangrejo. Aquel que parecía un crimen de resolución casi inmediata, se va diluyendo en la bruma del tiempo y en la distancia del olvido.
Un día de estos será polvo de estrellas y lo habremos olvidado por completo, sin saber quién o quiénes fueron los responsables.
A 120 días de su desaparición física el pasado 6 de febrero, Irma García es pasto de microorganismos que habrán reducido su humanidad a una seca y frágil osamenta, enteramente distinta a la mujer de 37 años que fue.
A sus homicidas se los tragó la tierra tanto como a ella, con una diferencia, Irma no regresará, mientras que los verdugos están seguramente a tiro de la justicia, temerosos de que en algún momento remuevan el barro y los saquen a la superficie.
Solo entonces Irma y los suyos descansarán.
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