Alcides Correa
No son halagadoras las noticias, ganaron las reelegidas, aunque no nos guste. Todo estaba servido para que eso ocurriera. A llorar al valle los que se llenaron de ilusorias esperanzas. Era de preverse que algo así ocurriera. El ventajismo y las limitaciones de los oponentes hizo la maravilla de que se repitiera la historia triste y desoladora de un dúo poco confiable para otorgarle un poco de confianza de que tendremos posibilidades de un desarrollo armónico y sustentable para un Delta, que tiene tan mala suerte en su destino.
Cambios sustentables no tendremos hasta que no derrotemos a Maduro y rescatemos la Democracia para que tengamos signos de progreso y desarrollo. Esos cambios vienen y ocurrirán, más temprano que tarde, hay que comenzar por relevar toda la estructura podrida y carcomida que se enquistó en los puestos de comando y de primer orden al frente de la oposición. Sin credenciales y sin probidad para ejercer esa representación.
Nos dejan el sabor amargo de la derrota y la falta de credibilidad de los deltanos. No deben asomar las narices ante los nuevos cuadros que surgirán ante un nuevo escenario político. Iremos con firmeza, con coraje y con honestidad a la lucha por lograr los cambios que tenemos que conquistar a punta de sacrificio, esfuerzo y muchísimas ganas de aportarle al pueblo Deltano una manera diferente, honesta y transparente de hacer política. Para bien de la Región. Sin distingos ni bajezas o maniobras descaradas que lo que dejan es huellas de un fracaso anunciado.
Así las cosas, vienen un relanzamiento de la política como instrumento de lucha y la ciencia al servicio de toda una comunidad conformada por hombres y mujeres, que se sienten frustrados ante un fracaso más de unos libidinosos que se creyeron los amos de la verdad y la confianza de un pueblo, que siempre los miró con escepticismo y desconfianza.
Por otro lado los Deltanos no esperan mayores esperanzas de los que hoy, a base de fraude, ventajismo y el halago momentáneo se han erigido como ganadoras de un proceso amañado y tramposo. Así las cosas, tenemos que declararnos en emergencia los que constituimos las reservas morales que le quedan al pueblo.
La lucha no ha terminado, ahora más que nunca, continua. Redoblemos los esfuerzos y pongamos la fuerza que nos queda para hacer valer el derecho del pueblo a rescatar sus valores, sus esperanzas y sus aspiraciones por lograr un Delta mejor.
Una mejor calidad de vida y un Delta progresista.
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