Vino a despertar la política deltana del letargo en que estaba metida
¿Como seria el actual proceso electoral sin la presencia de Larissa González? La respuesta es obvia: aburrido.
Con los mejores números en la historia de la oposición, su sola presencia “inquieta”.
La actividad constante, sin pausa ni tregua, fue un pinchazo de adrenalina en las “posaderas” de unos y otros, obligándolos a moverlas.
Artífice de circunstancias que inyectan dinamismo, va por un reto difícil de alcanzar, más no imposible, su incorporación a la Asamblea Nacional.
Tan solo el hecho de ver a tantos chavistas atacándola en las redes sociales indica su impacto; mono no ve su rabo, sin embargo, ven el de ella. Se fijan en los supuestos importados, sin decir ni pio de los suyos. Una mala publicidad que termina siendo buena.

También enfilan baterías en su contra muchos opositores “desmelenados”, de esos que no aportan ni el voto de su familia.
Mientras tanto, fresca como lechuga, airea su cabello y sigue adelante, ”Ladran Sancho, es señal que cabalgamos”.
