Para el exparlamentario nacional las segundas partes son mejores
Cuentan sus allegados que ante el niño Jesús oró y eso fue lo que pidió. Otros mientan que nada que ver, que lo de la diputación es periódico de ayer.
Él no ha dicho ni que si ni que no, en realidad no ha expresado nada, ahora bien, como dice el refranero popular, perro huevero ni que le quemen la trompa y Rojas es reincidente.
Hibernando hace rato, prepara su salida de la cueva con la fuerza y sentido de un cohete de Elon Musk, en dirección a la exosfera, capa superior de la atmosfera -el borde que conecta con el espacio exterior-, es decir, el arco superior de la política.
Experto marinero, casi tanto como los waraos caño adentro, navega desde siempre en las aguas procelosas del sector público, sorteando temporales y tsunamis, sin llegar a naufragar.
Rojas comienza a asomarse, sutilmente, como el tigre antes de saltar sobre la presa y dar el zarpazo mortal. O como el pirata que prepara el abordaje sobre una nave con un cuantioso botín.
Por último, según su entorno íntimo, atesora una cartera de proyectos que el mismísimo presidente querría tener cuando va en viaje de intercambio comercial al gigante chino. Así será de grande el portafolio.
Quizá el dilema sea por donde y con quien. Acertijo que no tardará en resolver.
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