Prisionero de la política Raúl Dimumbrún

Los responsables deben pagar

A toda hora se le aparece el fantasma de la política

Migró 7 años, al lugar más lejano del continente, convencido que la apartaría.

Consentido de Sara Mata, la caudilla del partido blanco, en tiempos del dominio adeco, tuvo momentos de esplendor y prefiguraba como parlamentario nacional o gobernador joven del Delta. Sin resultados concretos, saturado de ella, juró sacarla de su vida.

La espantó de su mente, con conjuros de médico y artes de espiritista, y la consideró abolida.

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Se refugio en otros senderos, cursó cuanta especialización podía, trabajó 24/7, sin descanso ni tregua; le hizo la cruz, la exorcizó y juro haberla vencido.

Solo cometió un error, una imperdonable falla de cálculo, volvió a Tucupita.

Estando en la Princesa del Manamo, tierra en la que se hizo hombre, alcanzando la mayoría de edad, ella, la innombrable se le apareció de nuevo.

Curso basico

He aquí que, cuanto hizo para olvidarla fue tiempo perdido. La red estaba tendida y otra vez, cual maldición, lo envolvió.

Y el grato y afable Raúl, con su aura bondadosa y la sabiduría adquirida, sintió sobre sus hombros el peso de la derrota. Su vieja rival, está vivita y coleando y va por él.

Y lo peor, Dimumbrún ya sabe que no tiene cura.

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