Politucupita anda suelta controlando los demonios de la Sultana del Manamo.
Nunca mejor dicho, a los muchachos del órgano de seguridad del municipio capital, le tocaron cometidos difíciles:
1.- Estar pendientes del Señor de las Tijeras y de aquellos que decidan imitarlo, destrozando los jardines públicos;
2.- Vigilar la estatua del Libertador Simón Bolívar, ya que los hombres nuevos de la Patria, ni al Padre de la nación respetan;
3.- Velar porque no desmollejen las bolsas de basura en el casco urbano;
4.- Evitar el hurto del cableado y las bombillas de los postes y farolas; en fin, una serie de tareas que los apartan largamente de sus deberes de funcionario policial. Dejaron de ser custodios y gendarmes, para perseguir a los perturbados y desadaptados, que han optado por robarle el encanto a Tucupita.
Vuelta tras vuelta a la ciudad, encarnan una tarea doble, protegernos de los delincuentes de oficio, rateros de profesión y antisociales de marca, mientras velan por monumentos, luminarias, efigies, placas y plantas, antes que a un trastornado de la chinostra le dé por hurtarlas o acabarlos.
La delincuencia está un poco ociosa, ya no haya que hacer y entre tanto y tanto, le dio por ocupar a los otrora POMU.
Animo muchachos.