

H. J. Aray León de 54 años, tomó la peor decisión de su vida este sábado 14 de octubre.
Al disponerse a partir en horas de la mañana de su casa en la urbanización El Torno, municipio Tucupita, dijo a la mujer e hijos que saliera “sapo o rana”, regresaría a casa con la maleta de un taxi llena de víveres y hortalizas, y de ñapa tres pollos, un kilo de carne y si no lo habían prohibido en el mercado, un poco de cacería.
La doña, al escuchar hablar de animalitos, pensó que su media naranja tenía un dato imperdible y coronaría. Caída de la mata le ordenó: “juégamelos también”.


Resulta y acontece que no se trataba de la lotería, entre sus planes estaba hurtar un fregadero casi nuevo, que observó en una de esas casas en que la gente llega de noche y viendo la cara de “inocentón” que tiene, al entrar y salir nadie del vecindario lo notaria.

Por cierto, se fue apertrechado con un martillo, dos cinceles y un cuchillo para, como dice la canción “lo libraran de todo mal”.

En el colmo de la mala suerte, empavado como el que más, fue pescado infraganti con la pieza de aluminio al hombro, listo para irse, por el propietario de la humilde vivienda.
Reteniéndolo como pudo, el enfurecido dueño llamó a Politucupita y los de verde y azul completaron la faena, regresándolo al buen camino, no sin antes leerle sus derechos y advertirle que la acción frustrada le costaría más de una noche de desvelo en la comisaria.

Ahora la película se rodará al revés, será la doña -impuesta de la verdad- quien le lleve la comida y deba diligenciar para que él improvisado fontanero pueda optar a un beneficio procesal.
Que mala decisión tomó Aray este 14, si hubiera esperado por el “Bono de Guerra Económica” de Maduro, estuviera en casa tranquilo, disfrutando de la compañía de la mujer y los retoños.
Decisiones…