Un cuarto de siglo sacramentado como misionero de la Consolata en medio de su querido pueblo Warao
Una bonita homilía rodeado de los pobladores de Nabasanuka y las comunidades del entorno, fue el eje central de una celebración poco común.
Un presbítero de origen brasileño y corazón deltano, festejó su compromiso con el Señor en el lugar del mundo que escogió para ejercer su devoción.
Lo hizo de la manera en que conmemoran los cristianos la vida, rodeado de su feligresía.
Apenas un año, luego de ordenarse, estuvo en Brasil, partiendo de inmediato al bajo Delta, en una permanencia interrumpida en apenas dos ocasiones con estadías de 3 y 1 años fuera, por motivos de estudio y en tiempos de pandemia, que se le hicieron eternas.
Con profunda satisfacción espiritual, renovó sus votos de entrega absoluta, seguro de haber escogido bien, tanto destino como profesión, apuntando a la intemporalidad del cielo.
A este cura sencillo, de nobles sentimientos, le deseamos un largo ejercicio sacerdotal y mucha salud de la buena.
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