«¿No hay recursos para rehabilitar la obra que nos protege del Orinoco?»

Tucupita 05 de febrero 2023

Rogelio Rodríguez Rodulfo.

Sic.

El Estado Venezolano desatiende sus obligaciones al no emprender las acciones requeridas para evitar lo que podría significar una tragedia en los estados Delta Amacuro y Monagas. Como respuesta reitera su insólita postura: ¡NO HAY RECURSOS! Dejando a la población casi a merced del Orinoco y del Cambio Climático.

Que no haya recursos eso escapa de la ciudadanía. Es un asunto que le toca resolver a quienes se comprometieron a trabajar por el interés nacional y fueron elegidos como administradores de los dineros de la nación.

¡NO HAY RECURSOS! No es la respuesta para un asunto tan crucial para la población. Es una subestimación inaceptable, un irrespeto a la dignidad ciudadana y una renuncia a obligaciones constitucionales.

La ausencia circunstancial de recursos no exime al Estado de responsabilidades, máxime si por décadas tuvo conocimiento del creciente deterioro de la mencionada obra. En situaciones de urgencia, donde está en juego la vida de los habitantes de un país, los caminos no están cerrados, y los que están a cargo tienen la obligación de jugárselas, y parir, para evitar lo irreparable.

¿Acaso lo acontecido en el Zulia, Aragua y otros estados por las lluvias y las crecidas de los ríos no es suficiente para que desde ayer se esté trabajando en la obra? ¿Acaso el derrumbe en Boca de Macareo, el desbaratamiento paulatino del muro de contención y su rotura en «Los Güires» no son signos de una obra que requiere atención con urgencia? ¿No preocupa, no es motivo de alarma el hecho que nuestra única salida vía terrestre, «el cierre», tenga socavaciones de tal magnitud que puedan hacerla colapsar, y quedar la población atrapada? ¿Acaso los cambios de comportamientos del Orinoco que lo hacen aún más temible, tanto que por primera vez ocurren dos crecientes grandes seguidas (2017 y 2018), y la del 2018 fue la segunda creciente más grande habida en 130 años; ¿acaso, repetimos, esos eventos extraordinarios y el deplorable estado de la obra no son suficientes para que se ocupen un importante segmento de la población que está casi al desamparo?

En ese orden nos lo advertía, desde hace más de dos décadas, el fallecido Ing. Rafael D’ León. Profesional de extenso curriculum, experto en asuntos hidráulicos, y entre otras ocupaciones gerente del proyecto Delta 1962 – 1972, cuando señaló (1998) las desmejoras de la obra y sugería: «Actualmente tiene carácter de urgencia la refacción del Sistema de Diques de Protección y la Estructura de Control en el Manamo que se encuentran en condiciones de deterioro y necesaria reparación, a fin de prevenir un eventual desborde y rotura del Sistema.» Fin de la cita. Academia de Ingeniería y Hábitat, 2007.

Ese escenario sombrío ¿no es suficiente para que el Estado, atendiendo mandatos constitucionales, se haya «movido» desde AYER y obtenidos recursos, con quien sea y donde sea, A FIN DE EVITAR LO QUE NO TIENE REPARACIÓN? ¿Para cuándo lo van a dejar? ¿Para cuándo ocurra un desastre y los recursos sean susceptibles de manejarse al libre albedrío?

No son momentos para continuar dilapidando el tiempo y «enterrando» recursos con parches o curas, las cuales lejos de revertir el creciente riesgo podrían ser «peor el remedio que la enfermedad». Es una extravagancia continuar victimizando a la vaca como causante de los considerables estragos del Sistema de Protección de Inundaciones; como poco creíble es afirmar que una «brecha» en el muro haya sido la causa de la rotura en «Los Corronchos» (2018), si tenemos en cuenta que, según información técnica, la citada obra en ese lugar está a más de un metro por debajo de la altura que debería tener,… y para más en ese año (2018) tuvimos la segunda creciente más grande habida en más de un siglo… Mientras tanto lo que si es inocultable es la estrambótica negligencia del Estado Venezolano al no ser capaz de resolver en cuatro años la abertura de 15 metros en «Los Corronchos», habida cuenta que todo el Sistema de Protección de Inundaciones fue construido en cuatro años.

EL MAL ESTÁ HECHO, y desde que se vienen haciendo las denuncias ya es tiempo para que hayan «parido» los recursos. Llama la atención la reciente construcción de unas obras, no para salvar vidas sino para distraer a la población, a un costo, según se conoce, considerable, pero la indolencia y displicencia del Estado nos condena. Se han perdido tres meses del poco tiempo que se dispone para trabajar en ese tipo de obras, y el deterioro de la infraestructura es tal que no hace falta una creciente grande para que ocurra una falla.

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