Muerto de la tragedia indígena en comunidad de Tucupita, nunca apareció

Un sangriento incidente se produjo el pasado sábado 9 de enero en la comunidad El Platanito, un caserío indígena ubicado a una hora en lancha de La Horqueta, municipio Tucupita.

En las entrañas de ese lugar, a la vera de un pequeño pozo elaborado para extraer el agua que permitiera amasar la materia comestible del árbol moriche, convertida luego de un largo proceso en harina, una familia completa luchó por su vida contra un pariente cercano.

Allí se pelearon seis personas, el Sr. Aquilino Pinto de 55 años de edad; su pareja, una señora de edad indeterminada de nombre Maritza Bermúdez, posiblemente contemporánea del cónyuge; Tito Pinto, el hijo de ambos de entre 10 y 12 años aproximadamente; otros dos niños, de 6 y 8 años, los únicos que no resultaron lesionados; y el presunto agresor, un hombre de unos 35 años, identificado como Alomi López, apodado “Compota”, sobrino de la dama. En total, fueron cinco los familiares que respondieron al atacante.

Según las víctimas, con pérdida de cuatro dedos en su mano izquierda, el progenitor, y cortes severos en diversas partes del cuerpo madre e hijo, Alomi se les acercó y sin darles explicación alguna, comenzó a agredirlos con el machete que momentos antes le prestaran para cortar la palma de manaca.

Defendiéndose como pudieron, con palos tomados del suelo, golpearon al agresor hasta quitarle el machete, respondiéndole con igual contundencia.

En virtud de ello, le produjeron cortes severos en los brazos que aunados a los golpes, lo desmayaron en medio del pozuelo. Al constatar su estado, les pareció que había muerto y escaparon hacia su casa, pidiendo luego a vecinos ser trasladados a La Horqueta, desde donde fueron llevados al hospital Luis Razetti de Tucupita.

En su relato, manifestaron estar seguros que había muerto sin constatar posteriormente si era cierto. El cadáver aún no aparece.

Relato del Sr. Aquilino Pinto

“Mi esposa y yo, estábamos en los montes como rutina diaria tratando de solventar nuestra comida, sacando yuruma, en eso apareció el muchacho que había ido detrás de nosotros y me dijo que le prestara por un momento el machete porque él quería cortar palmas de manaca para así comer su cogollo, pero, no fue así, al momento que le entregue el machete me dio varias veces con el machete dejando varias heridas en mi cuerpo, perdí los dedos de mi mano izquierda. Me defendí como pude, mi esposa e hijos me defendieron, mi esposa también quedo mal herida, y uno de mis hijos que me defendió que tiene 12 años de edad, también quedó herido y estamos aquí ingresados en el hospital materno infantil Dr. Luis Razetti. Nos defendimos con palos, de tantos golpes que recibió el muchacho falleció. Aun no entendemos el motivo del porque nos atacó, porque él no tenía problema con nosotros ni nosotros con él.”

“Compota” tenía hábitos perniciosos

Otra versión indica que a “Compota”, le gusta oler combustible y aquel día estaba especialmente perturbado.

Supuestamente, según versión de un primo, Aquilino y Maritza, sus tíos, habían hurtado dos hachas de la casa de “Compota” y este salió decidido a recuperarlas y cobrar la afrenta.

Esa explicación debe ser verificada por los investigadores, si es que el caso es objeto de averiguación.

Fueron atendidos por el servicio de salud indígena

Por su parte, Freddy Andrade asistente del servicio de atención al indígena, del complejo hospitalario Dr. Luis Razetti, declaró que ellos están llevando la historia de esos tres pacientes, desde que ingresaron a emergencia el día 10. En emergencia de adulto ingresaron Aquilino Pinto y Maritza Bermúdez, en pediatría está hospitalizado Tito Pinto, quienes son provenientes de La Horqueta sector El Platanito, quienes son atendidos por personal del complejo, y en el servicio de atención y orientación al indígena «le hemos colaborado y apoyado con exámenes de laboratorio, con medicinas más que todo calmantes, por los momentos están estables».

Conclusiones

¿Les jugó una mala pasada el temor y huyeron a toda carrera pensando que su agresor había muerto? ¿Realmente falleció y fue enterrado por la comunidad? ¿No murió y renunció a  buscar ayuda médica pensando que podía ser detenido?

Son conjeturas que únicamente la aparición de “Compota”, vivo o muerto, podría aclarar.

Vivo mejor, por supuesto.

 

 

 

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