Continúan filtrándose detalles a la opinión pública acerca de la horrenda muerte del Prof. Noel Caraballo.
Como dijéramos en la entrega anterior, uno de los presuntos responsables fue el joven que compartiera vivienda con el difunto por espacio de dos años.
Aunque no pueda atribuírsele la responsabilidad material, al parecer formó parte del complot que acabó con la vida del exdirectivo de la Misión Sucre.
La infausta noche del domingo 14M, quien cohabitara con Noel, dejó el acceso libre a sus primos, que encapuchados pretendían cometer un robo, presumiendo que la víctima no apreciaría sus identidades. Debía parecer un hecho fortuito.
“Noel no se le quedaba callado a nadie”, afirmó un conocido.
Fue en ese trance cuando la historia giró hacia un destino fatal, el que fuera compañero de residencia de uno y vecino de los tres, reconoció al dúo de encapuchados increpándolos por la acción. Es allí cuando se supone que los demonios obraron su retorcida misión, desatándose una cruenta lucha que condujo a la muerte prematura del arrendatario.
Aun así, luego de darlo por muerto, no huyeron, calmadamente cargaron con lo que pudieron, siendo lo más representativo una bombona de gas de 10 Kg y una canaimita, trasladándolos al abrigo de la madrugada, a su casa a metros del lugar del crimen.
Sobre la muerte de Noel se supo cuatro días después cuando comenzaba a descomponerse, motivando la intervención de la comunidad, que suponía la existencia de un can muerto en las proximidades. El Cicpc hizo el resto, determinando rápidamente las responsabilidades y poniendo a sus autores tras las rejas.
El exseminarista jamás imaginó lo que iba a ocurrirle y ofreció total resistencia. Una aparente indiferencia le habría salvado la vida, sin embargo, escogió un último acto de coraje y dignidad, que lo condujo a una prematura eternidad.
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