Así lo dictaminó la sentencia en una audiencia que se prolongó por espacio de unas 6 horas, en el Circuito Judicial deltano.
El caso, que ya cobró el cargo de un fiscal del Ministerio Publico, enfrentaba dos corrientes de opinión y dos visiones de la violencia de género y de las relaciones sexuales, debatidas hasta la saciedad en la calle, sin arribar a conclusiones obvias.
Sobre la base de nuevos y remozados informes forenses, la jueza determinó sostener la privativa de libertad en espera del definitivo juicio.
Con el peso enorme de un sector de la sociedad convencido de la culpabilidad de Osorio Andrade, por causa de una inusual acusación que tuvo dos vertientes, privada y pública, a través de las redes sociales, parecía inevitable el dictamen.
Esperanzados de que sería juzgado en libertad, los familiares y allegados de Míster Tulipán, sufrieron un trago amargo, mientras que la parte acusadora, con mayor preparación y blindaje, aplaudió la decisión.
Se avecina un nuevo capítulo de un caso que rompe con los moldes establecidos y genera diatribas sin precedentes en cuanto a la toma de partido por uno o por otra en el Delta.
La historia continuará…
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