
La derecha extremista nunca ha contado con el respaldo del Poder Popular
Alexis «Songo» Trillo
Un importante porcentaje de venezolanos acudió a sufragar en la elección presidencial del 28 de julio, en función de un supuesto «cambio» condicionado por una situación de angustia sicológica a consecuencia del bajo poder adquisitivo, las pensiones no cónsonas con un sector tan vulnerable como es el de la tercera edad y fallas muy puntuales e inobjetables de los servicios públicos.
Sin importarle que ese voto neurótico terminara favoreciendo a los propios responsables de la crisis económica, los caballos de Troya encarnados en Edmundo González y María Corina Machado, responsables de solicitar a EEUU y a sus países luceros, las criminales sanciones y el bloqueo generalizado.

Nunca el voto de ese sector de compatriotas fue por un candidato visible o un proyecto de plan de gobierno que los enamorara, en definitiva “no”, fue un voto inducido por la droga del Internet a través de las redes sociales y el poder mediático.
Las últimas mediciones que han realizado las encuestadoras serías confirman una verdad inobjetable: la realidad es que nunca la derecha fascista venezolana ha superado el 6% de apoyo de los venezolanos, hecho incontrastable, reflejado en los últimos llamados a concentraciones, incluyendo al emblemático 10 de enero.
A las pruebas me remito.

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