Un buen amigo europarlamentario con quien conversé personalmente horas atrás me escribe para sugerirme lea “Remarks by President Biden on the Way Forward in Afghanistan”, mensaje del mandatario estadounidense el pasado 14 de abril con motivo de ordenar el retiro definitivo de las fuerzas militares americanas de este país ocupado hace casi 20 años; con ellos se marchan también los soldados de la OTAN. Parafraseando a John Quincy Adams y la Doctrina Monroe bien puede afirmarse que, tras decenas de miles de muertos y heridos, un millón de desplazados, incontables bombardeos y destrucción, un billón de dólares gastados, Afganistán ahora es para los afganos.
Si algo dejó claro Biden en el mensaje citado es su convicción que se remonta al 2008, que solamente los afganos tienen el derecho y responsabilidad de liderar su país y para quienes duden de esta afirmación les pido busquen el texto original en inglés en el cual leerán: “What I saw on that trip reinforced my conviction that only the Afghans have the right and responsibility to lead their country” refiriéndose a un viaje que realizó por instrucciones del entonces presidente Obama al Valle de Kunar.
Cursaba un postgrado en los Estados Unidos cuando cuatro comandos de al Qaeda dirigieron tres aviones de pasajeros contra las torres gemelas del World Trade Center en New York y el Pentágono en Washington mientras que un último se estrellaba en una pradera de Shanksville, Pensilvania. Fui testigo del fervor patriótico que se generó y el empeño de cobrar la afrenta que se tradujo en una declaración unánime del Congreso autorizando al presidente Bush a usar “toda la fuerza necesaria contra países, organizaciones o personas que se determinasen responsables de los atentados”. Una semana después aterrizaban en suelo afgano los primeros de los casi cien mil soldados que los americanos enviarían a combatir a milicianos de al Qaeda y a tropas del Talibán que entonces gobernaba Afganistán.
Culminé mi posgrado, regresando a Venezuela y “Enduring Freedom” y “Freedom´s Sentinel” las dos misiones concebidas para aplastar a los terroristas en lo que se suponía sería una rápida operación dadas las diferencias abismales de las partes enfrentadas, continuaban su marcha. Mis hijos crecieron y se fueron a la Universidad y aún los americanos seguían allá, se graduaron y las tropas americanas permanecían en Afganistán. Quizás lo dijo mejor el presidente Biden cuando afirmó: “Hoy tenemos miembros del ejército que cumplen su deber en Afganistán cuyos padres prestaron servicio en la misma guerra. Tenemos militares en servicio que aún no habían nacido cuando nuestra nación fue atacada el 11 de septiembre”. Es cierto que en el ínterin liquidaron a Osama Bin Laden, pero también que tras un largo proceso de negociación Estados Unidos firmó un acuerdo con el enemigo Talibán en el cual se comprometían a retirar sus soldados lo que ahora comienzan a hacer.
A más de mi amigo europarlamentario, nos hemos reunido y conversado largamente en estos días con colegas suyos de diferentes partidos del continente en Ginebra, Bruselas y Lisboa y también con altos funcionarios de la Comisión Europea. En febrero lo hicimos presencial y telemáticamente con congresistas estadounidenses y asesores de estos, así como con representantes de Think Tank en Washington y New York y seguimos y seguiremos haciéndolo. Cada encuentro, y suman muchos, ha sido de carácter privado y lejos de cámaras y micrófonos porque estamos convencidos que en esta etapa en nada ayuda el ruido. De vez en cuando se filtra algo y comienzan las especulaciones a las que no damos importancia porque lo que queremos es servir y ayudar a que Venezuela salga de la recurrente crisis en que odios, mezquindades, ambiciones desmedidas, a veces ignorancia supina, la han sumergido para perjuicio de millones de venezolanos.
En cada caso, en ambos lados del Atlántico, es consenso que la política de máxima presión y el “todas las opciones están sobre la mesa” de la administración Trump fracasó en su afán de echar a Maduro, que las sanciones en nada han contribuido a la salida de los actuales gobernantes y que solo han agravado la situación económica-social, que no ha habido, no hay, ni habrá posibilidad alguna de intervenciones multilaterales y que en definitiva debemos dirimir nuestros conflictos dialogando y negociando.
Una diputada portuguesa nos comentó que no entendía porque si el Grupo de Lima, el internacional de contacto, la Unión Europea habían señalado expresamente que no había absolutamente ninguna posibilidad de recurrir a una opción armada contra Venezuela y la administración Biden, de acuerdo a la información que maneja, ni siquiera como hipótesis remota lo considera, aun en Venezuela existan dirigentes que aupan, esperan, confian o creen en una coalición de ejércitos internacionales desembarcando en nuestras playas para eyectar al chavismo-madurismo; “eles são loucos” exclamó lo que no pudimos rebatir porque en efecto son unos locos.
“Los venezolanos tienen que resolver sus problemas por si mismos porque cada país tiene sus prioridades que no son precisamente ustedes” anticipó el asesor de un senador de los Estados Unidos en una conferencia por zoom a finales de enero, opinión que luego oiríamos una y otra vez de nuestros interlocutores extranjeros.
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