Trinidad y Tobago le cambió el mundo al Delta.
La cantidad de hombres y mujeres que se fueron y las separaciones que se produjeron y se siguen produciendo, hizo que la llamaran la isla de los divorcios.
Una enorme cuota de responsabilidad corresponde a los hombres del vecino país y la otra mitad posiblemente a nuestras mujeres.
Por nada en particular, sencillamente por ser como son, esa combinación única de sangre negra, india y blanca las hizo únicas. Cuando en otras naciones del continente una raza exterminaba la otra, aquí se mezclaban.
Hubo un mestizaje ideal que se acrecienta a diario, pintando su faz de mejillas rosadas, cabellos ondulados profusamente negros y cuerpos de sirena. Cuando no son figuras de ébano perfectamente torneadas, coronadas con cabelleras rizadas que despiertan envidia. O cejas profusas, hilos de seda amarillos y pómulos firmes de mujer morena que representan a la vista de su media naranja la brasa de la pasión.
Poco se puede hacer contra ese maleficio de amor.
Está breve entrevista gozó de una autorización a medias, una paisana deltana a la que omitimos mencionar más que con sus iniciales, nos concedió el permiso sin llegar a discutir forma, modo o manera.
Por lo tanto la soltamos al viento, corriendo el riesgo de una cariñosa amonestación, en la certeza de que una vez que le demos el clic a publicar, no la podremos recoger.
1.- ¿Cómo es la relación de las mujeres venezolanas con las mujeres trinitarias?
RL: La relación es buena en términos generales, aunque podemos llegar a representar un dolor de cabeza, porque la libertad que es enseñada a las mujeres en nuestra cultura, para ellas es una falta de respeto, y a los hombres trinitarios les encanta esa libertad de la mujer venezolana hasta cierto punto.
2.- ¿En qué otro aspecto se diferencian?
RL: Nuestro maquillaje es normal, no es excesivo. Sabemos arreglarnos. Venimos de un país en el que se valora la belleza de la mujer y sabemos mostrarla, ellas son muy bonitas pero mucho más recatadas.
En algunos aspectos, la mujer venezolana es más dinámica… (Risas).
3.- ¿Qué detalle le faltaría a la mujer venezolana?
RL: Una vez que estás con un hombre trinitario debes cambiar un poco la manera de tratar a tus amigos y para la típica mujer venezolana eso jamás va a pasar, porque nadie la va a cambiar, dicen yo soy así y nadie me va a cambiar.
4.- ¿Tan posesivos son?
RL: Forma parte de su cultura, no puedes andar con los amigos varones como antes y a las venezolanas no les gusta eso. También debes cambiar cómo tratas a los amigos trinitarios, porque ya sabes que nosotras tenemos un toque de seducción en nuestro andar y eso los incomoda.
Las venezolanas no son capaces de aprender el idioma al 100% y cuando alguien les habla sonríen y aceptan todo sin saber a ciencia cierta que dicen y allí es donde está el gran problema.
El problema más grande de una venezolana y un trinitario es que no se pueden comunicar a la perfección y eso crea miles de problemas.
5.- ¿No hay forma de cambiar esa situación?
RL: Si aprendes el idioma, la cultura y las costumbres, los problemas pasan a otro plano porque ellos son muy comprensivos y se adaptan a los mimos de la mujer venezolana.
6.- ¿Qué aportan ellos a la relación?
RL: Al hombre trinitario le ha tocado aprender el idioma español por la terquedad nuestra. Si no fuéramos tan tercas, sería perfecto.
7.- ¿Por qué dices que los hombres trinitarios las prefieren?
RL: Muy fácil, cuando nos pierden lloran como bebés a su mujer venezolana.