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Los Peces de Fuego (cuento de José Balza)

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Fue la india Santiaga quien le pidió a Miño, su marido, no decir nada; ambos habían quedado aterrorizados: pescaban como siempre cerca de la barra, en la densa madrugada, cuando sorpresivamente creyeron ver los ojos de un inmenso animal que venía hacia ellos, bajo el agua.

A lo lejos, una mancha blanca que debía ser Capure, efectos de las estrellas, y ellos en medio del rio infinito, tan manso a esa hora que casi permitía sentir el movimiento de los cardúmenes. Pescaban como siempre y de repente, a gran velocidad, quizás desde allá, desde el mar, algo iluminó las aguas. Quedaron atónitos y en pocos minutos dos ojos brillantes, hipnóticos, se acercaron. Andaban en lo profundo. Gritaron para ellos mismos, pensaron en abandonar la piragua, en lanzarse al rio, pero no hubo tiempo de nada: por debajo la trompa del animal, con sus focos poderosos, iluminaba peces, pedazos de árboles, polvo, espuma. El animal paso rapidísimo, dejándolos de nuevo en la oscuridad.

Era marzo y las aguas deltaicas relucían como vitrales. Meses después, bajo una tempestad que duro casi dos días, Domingo Ordaz y sus hermanos salían en su fuerte curiara hacia el otro lado de las costas, por Manamito, para las faenas del ganado. Poco después de medianoche. De repente, los ojos encendidos de un animal gigantesco parecieron fijarse en ellos: el monstruo estaba en lo hondo, dormido cerca de la orilla. Despertó, rugió bajo del aguacero y se retiró violentamente. Las aguas, junto a los hombres, se convirtieron en un enorme remolino.

Curso basico

Ellos si hablaron: las poblaciones de la selva quedaron a la expectativa. Fue el año de la creciente más terrible en la región: casas y animales, niños y muebles arrastrados por el diluvio. Lluvia incesante, días convertido en noches.

Poco después aparecería aquel hombre blanco, de rígidos ojos verdes, que fue considerado como mudo. Vivió en Manamito y Pedernales, después en Macareito. Como nadie había seguido sus mudanzas, en esta población ya hablaba un raro español mezclado con warao y compró una casa discreta. Se dijo que había traído una indiecita desde Capure, que tal vez le había quitado la mujer a Miño.

Sebastián Gil, lector de Zweig y de Julio Verne, me contó la historia décadas después. Sebastián había enceguecido y escribía sobre asuntos éticos. El insomnio y las sombras le devolvían una lucidez política implacable. Mientras tomábamos un café en su cuarto, narró con pausas y risas nerviosas. Si, en aquella época él se disponía a estudiar Derecho y a redimir las tierras indígenas, maltratadas por los políticos. Supo la historia simultáneamente, contada por cada testigo, en las diversas poblaciones del Delta, donde andaba.

Entre el susto de Miño y el escandalo formado por los Ordaz, deben haber transcurrido tres años: de 1943 a 1945 —confirma Sebastián—; no eran peces de fuego sino submarinos alemanes que iban hacia el sur, quizás hacia Argentina. El hombre de Macareito, un nazi, murió sin que yo hubiera podido hablar con él. Fabiana, la india, me confeso una vez que el disponía de armas y de cosas extrañas: dientes de oro, joyas, huesos, trajes. Un tesoro. ¿Por qué no comenzamos a buscarlos?

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Biografía del autor

José Balza nació el 17 de diciembre de 1939 en el Delta del Orinoco, Venezuela. Publicó su primer libro en 1965, a los 26 años de edad. Fue profesor de la Universidad Central de Venezuela y recibió el Premio Nacional de Literatura en 1991.

Ha publicado libros sobre teoría literaria, artes plásticas, cine, música y televisión. Sus relatos han sido traducidos al italiano, francés, inglés, alemán y hebreo.

Ha dictado cursos, seminarios y conferencias en universidades, entre las cuales destacan: la Universidad Autónoma de México, la Universidad de Buenos Aires, la Universidad de Salamanca, la Universidad de Viena, la Sorbonne de París y la Universidad de Nueva York, entre otros.

Colaborador asiduo de revistas de América Latina, Estados Unidos y Europa. En 1984 conduce el programa de televisión Texto y Figura, transmitido por los canales 5 y 8 de Venezuela y por el Canal A, CUNY de Nueva York.

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Sus novelas comprenden: Marzo anterior (1965), Largo (1968), Setecientas palmeras plantadas en el mismo lugar (1974), D (1977), Percusión (1982), Media noche en video:1/5 (1988), Después Caracas (1995) y la novela breve Un hombre de aceite (2008).

Entre sus libros de cuentos destacan: Órdenes (1970), Un rostro absolutamente (1982), La mujer de espaldas (1968), La mujer porosa (1996), y El doble arte de morir (2008); y entre los libros de ensayo: Este mar narrativo (1960-1987), Iniciales (1989), Espejo espeso (1997), Observaciones y aforismos (2005), Ensayos crudos (2006).

Gran parte de su obra ha sido publicada por Monte Ávila Editores.

Fuente: goodreads

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