Una imagen vale más que 1.000 palabras y esta lo dice todo
Loa Tamaronis comenzó a chapear, sin perdida de tiempo, mostró las evidencias de su ascenso al segundo circulo de poder. El primero lo ocupan el presidente Maduro y su comitiva.
En Caracas todavía, recibe las directrices de algo que conoce y maneja con solvencia, comandar una campaña electoral. La candidata a la gobernación por el Gran Polo Patriótico, lo ha hecho muchas veces.
Paciente en la espera, supo “cocinar” su oportunidad hasta alcanzar la meta. Bastantes con su currículo se quedaron a las puertas de aspirar al Ejecutivo estadal, la joya más preciada en el Delta.
Feliz con la designación, en medio de dos potencias, dos mujeres con poder e influencia, intentará unificarlas con miras a obtener un estruendoso triunfo electoral, luego vendrán las cuotas, los cargos, los reacomodos, las concesiones y las retribuciones.
Lista para el reto, ya tuvo el segundo chapuzón de multitudes, arropada, en esta ocasión, por directivos del PSUV, que le alzaron la mano en confirmación y reafirmación de su postulación.
La hija del “Negro”, a quien debe su vocación de lideresa, dio gracias a Dios, por concederle la gracia de estar en camino a convertirse en la sexta dirigente política en ser electa desde que nos convirtiéramos en estado y la tercera en revolución, siendo las tres mujeres.
Tamaronis irradia confianza, cuenta con ansiedad los 47 días que la separan de la tan anhelada silla de calle Bolívar con Dalla Costa, con el pensamiento fijo de que, si el soberano y el partido la trajeron hasta aquí, no fue para dejarla a las puertas del último escalón, sin ascender a mandataria de su tierra.
