Tucupita febrero 2023
Rogelio Rodríguez Rodulfo
José González Cabrera
APATÍA E INDOLENCIA EN EL DELTA DEL ORINOCO ANTE LAS AMENAZAS DEL RÍO Y LA SUBIDA DE LOS OCÉANOS.
«En medio de aguas continentales y marítimas en ascenso, a raíz del Cambio Climático, y una infraestructura contra las inundaciones que no da para más, los pobladores del Delta del Orinoco nos encontramos en tres y dos.»
《Aprovechamos la ocasión para denunciar la actuación del Estado Venezolano no acorde con su insoslayable obligación constitucional con la seguridad de la nación. Cosa que se antepone a otras necesidades, como es obvio, y más cuando se trata de asuntos no prioritarios como son los del entretenimiento, donde recientemente se «distrajo» una ingente proporción de recursos; mientras que en el Delta desde hace décadas continúan sin atender urgencias de orden existencial, que podrían conducir a una tragedia nacional. 》
En Delta Amacuro no se cuenta ni con el Estado Venezolano ni con la población, la gran perdedora ante una eventualidad, para emprender acciones que nos amparen del RÍO.
En representación de la poca gente que tiene conciencia de la gravedad de la situación, atribución que nos tomamos arbitrariamente, dirigimos esta nota y este clamor a los gremios que hacen vida en Delta Amacuro,… y a nivel nacional también ¿por qué no?, se trata de un asunto de la nación venezolana de suma gravedad. Hacemos este llamado con la esperanza que dichas organizaciones lideren a tiempo acciones que urgen para enfrentar el Cambio Climático.
La ciudadanía de Delta Amacuro resignada ante la negligencia del Estado Venezolano en cumplir con la obligación de resguardarla de las inundaciones, y sin haberes –la ciudanía– que la acrediten, dada su proverbial indolencia, apatía y no disposición a compromisos ni sacrificios,… acude a lo más fácil, a Dios, quien no tiene responsabilidad en tamaña falta, y con sus plegarias lo invocan para que los cobije ante la amenaza de la subida de las aguas,… y listo, eso lo consideran suficiente, y se desentienden.
Ante esa actitud cómoda y displicente de la mayoría uno se pregunta: ¿y los ciudadanos que alcanzaron mayores niveles de educación y se agrupan en gremios de diferentes profesiones? ¿Y las gentes de diferentes ocupaciones u oficios que logran salir adelante, y se agrupan en organizaciones de corte similar, etc., etc.? Es decir, las personas que han alcanzado alguna preparación, y sus quehaceres, compromisos y circunstancias los obligan a poner un poco más de sí, verbigracia: educadores; profesionales universitarios; técnicos medios; comerciantes; productores del campo, etc., etc. ¿Su actitud será la misma? ¿Acaso, por las razones antes señaladas, no cuentan con «algo más» ante la vida?
Cuesta creer que en ese amplio segmento de la población cunda y se imponga la apatía, la indolencia, la resignación, y renuncien tempranamente, entre otras cosas, a LA SEGURIDAD,… suya y la de los suyos.
Entonces, ¿si el Estado Venezolano persiste en no honrar sus obligaciones, y la población absorta en la apatía no reacciona? ¿A quién le toca asumir la tarea de «arrearlos», empujarlos, o lo que sea? A las organizaciones gremiales, quiérase o no. Además de salvar su pellejo tienen la obligación moral, por razones consabidas, de orientar ante una eventualidad al segmento de la población que lo amerite, y más tratándose de un asunto de esa índole y magnitud.
El tiempo para reaccionar ante el río se acorta. Lo que nos pueda pasar por no encarar el asunto es inimaginable.
EL TIEMPO ESTÁ PASANDO. SE TRATA DE UN ASUNTO DE AYER. LOS GREMIOS NO DEBEN ESPERAR MÁS PARA ASUMIR LA TAREA Y LIDERAR LAS ACCIONES NECESARIAS HASTA ALCANZAR LA RESTAURACIÓN DE LA OBRA.
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