Wilmen Alberto Dicurú
El coraje y la valentía de esta mujer deltana la ha llevado a gobernar por más de 12 años a su querido Delta.
Lo más difícil en la vida es desarrollar proyectos o emprender algún objetivo dentro de una organización: diferentes formas de pensar, aspiraciones personales, la creación de grupos y otros factores dentro de los partidos políticos, lo convierten en una tarea extremadamente compleja.
En el caso del Psuv deltano, Lizeta Hernández fue moviendo las piezas paulatinamente, sin prisa pero sin pausa, manejando adecuadamente los tiempos, erradicando por completo la mano que mece la cuna, sombra política que aún le da vueltas al Delta. Para muchos analistas, “la hija de Picho” aprendió demasiado, a sabiendas que no se debe descuidar.
En política, los pequeños detalles marcan la diferencia, a los desplantes hay que darle importancia y como decía la negra Antonia, exgobernadora del estado Portuguesa «candelita que se levante, candelita que se apaga«, enseñanza que ha tomado muy en serio Lizetica, siendo premiada con la confianza de los altos mandos y la aceptación del pueblo.
La mandataria del Milenio, con 13 de los 21 años que van del siglo XXI en gobierno, logró algo muy difícil en el ámbito político: posicionar, asentar, consolidar y robustecer, al punto de ser casi una fuerza hegemónica, al Psuv en Delta Amacuro.
En los actuales momentos se encuentra unida monolíticamente con una dirigencia muy animada, con mucha motivación, trajín y empuje; con los partidos de oposición desorientados, sin ningún proyecto; divididos en cuatro pedazos cayéndose a cuchillada limpia entre ellos; muy modestamente, desde esta tribuna podemos decir que este 21N, Lizeta Hernández se queda nuevamente con el trono de rectora del poder Ejecutivo en el Delta, constituyéndose en la Gobernadora de las IV Estrellas, hecho inédito en la historia del país.
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