Si hay algo que tiene la gobernadora de Delta Amacuro, Lizeta Hernández, es mantener una administración solvente y una evidente capacidad de negociación. Sus pininos comerciales la moldearon. Y un buen comerciante también tiene alta capacidad para negociar: estos conocimientos caen como anillo al dedo en política.
Al conocer de cerca lo que implica ser un pequeño empresario, estableció una relación agridulce con los comerciantes en Tucupita, en la que todos ganaron. Públicamente era lo agrio, pero en las reuniones, en medio de las negociaciones, lo dulce.
Obviando el asunto ideológico-político, supo mantener en orden al gremio comercial y médico.
Tane tanae ha establecido varios trabajos de investigación y sondeos acerca de la gestión de Hernández Abchi y encontró una variante consistente en los abordajes: hay temor e incertidumbre en el gremio comercial y médico tras la salida de la actual gobernadora y eventual ganador de las elecciones de mayo.
Hernández mantuvo el látigo que le exigía su asociación política en una mano, pero el entendimiento frente a otras realidades hacia sus colegas comerciantes y médicos, en la otra. De allí la relación agridulce.
Al menos cuatro comerciantes consultados dijeron no tener afinidad política con el chavismo, aunque admiten que la gobernadora saliente mantuvo una mesa de negociación permanente y respetuosa.
Sobre el caso médico, los colegas de Hernández se sentían identificados con la todavía gobernadora, admitiendo que «siempre· priorizaba escucharlos y gestionar soluciones internas, para mantener la operatividad de los médicos en los diferentes sectores de salud asignados.
La incertidumbre está por lo que podría estar aproximándose, su desconocimiento frente a los actores claves para el desarrollo de una sociedad.