Según los lizetistas, Maduro no pierde el tiempo, procurando fotografiarse cada vez que puede con Lizeta; según los adversarios de Lizeta, es al revés.
El caso es que, últimamente la mandataria deltana ha batido récord de apariciones con el presidente, publicando inmediatamente las imágenes.
Graficas tomadas en eventos de relevancia, donde se cocina la política gubernamental del país.
Pretendiendo dárnoslas de inteligentes, diríamos que Hernández quiere transmitir un mensaje, directo y elocuente, a quien quiera mirar y entender.
Desde que decidiera aparecer en cada escenario deltano, donde se presentara su archirrival, parece lógico que también quisiera hacer lo mismo en Caracas. Da la impresión de que trasladó allí la contienda psuvista.
Cómoda y relajada desde que fuera venciendo los rivales opositores, hace bastante que no experimentaba una amenaza real, representada en quien juró retomar el poder en el Delta.
Una nueva incursión, caracterizada por la intención de equilibrar la balanza dentro del partido de gobierno, ha hecho que se desarrolle una batalla sin tregua ni cartel en pos del dominio de las estructuras internas.
Después de una guerra nada es igual, en los partes de ambos lados siempre quedarán reconfiguraciones y recomposiciones de cuadros y terreno, dolidos y dolientes.
En esa contienda, Lizeta escogió un árbol robusto con mucha sombra, aquel que detenta el control del Ejecutivo y todas las ramas con frutos que dé él se desprenden. No solo lo eligió, hace gala permanentemente de su escogencia.
En criollo dijeran, llámenla…
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