Según quien envió la foto, Lizeta quiere evitar una guerra declarada, pactando con la otra corriente psuvista para preservar el “mando”.
La misma fuente afirma, que no está entre los planes de los yelitcistas concederle un minuto más al frente de la gobernación, echando el resto con el delfín de la Ministra, que no es más que su propio hijo.
Siempre en opinión del informante, los sondeos de opinión apuntan a que Asnardito crece como la espuma, con tendencia a convertirse en un fenómeno electoral.
La intención de sus partidarios es que lo sea y plantee un serio dilema a Miraflores, confrontando la tesis de la necesidad de seguir apostando por Lizeta.
Mientras tanto, la gobernadora deltana va despejando dudas, manifestando a las claras su pretensión de continuar.
A la preparación que venía efectuando de potenciales sucesores le dio un parón, desde que viera asomarse en lontananza el apellido Santaella.
Había empezado a soñar con un futuro alejada de la esquina de calle Bolívar con Dalla Costa y de repente sonaron las alarmas obligándola a volver de prisa a la curiara.
Sin nada que perder y mucho que ganar, Asnardo se lanzó al ruedo con adarga de Quijote y capote de torero, a sabiendas de que lo peor es no intentarlo y confiando en que la buena estrella de su mamá lo ayudará.
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