A Lizeta se le atribuyen superpoderes, para algunos verdaderas artes de hechicería.
Según sus rivales, es la Reina de los amores rotos. Al igual que una potente ploga neumática, donde se mete cuartea, rompe y separa.
Si no pregúntenle a la oposición y más recientemente, según dicen, a la Sociedad Civil Organizada.
La SCO parecía tener la consistencia de una roca, había atravesado campos minados, retó una y otra vez el poder constituido, luchó denodadamente contra molinos de viento y nadó contra la corriente en pleno tsunami.
Enfrentó los órganos de inteligencia, sostuvo un pulso con la alcaldía del municipio Tucupita, plantó cara a la gobernación del estado, lidió con el gobierno nacional y sucumbió antes de llegar a la orilla.
Cuando parecía que iba a propulsarse a las cumbres de la administración pública y conquistar los estamentos del poder Ejecutivo deltano, un clavo en el lugar adecuado, la dinamitó.
Supuestos fondos no declarados y la actitud egocéntrica del líder, fueron la excusa.
Días atrás la mandataria manifestó “hasta a la oposición impulso a participar en los procesos electorales”, lo que no dijo es que de tanto motivarlos a participar, terminan completamente fragmentados.
El gobierno estadal hizo fiesta hoy, la SCO ha terminado.
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