La oposición de última hora, la sobrevenida, la que se forjó como quien hace un experimento en procura de descubrir la alquimia perfecta, se quedó en la etapa experimental, es más, no llegó ni a experimento.
Uno en lo suyo, el otro en lo de él, aquel en lo propio, el cuarto en su salsa. A buen entendedor pocas palabras.
Para algunos “los propios aguafiestas”, para varios “los que se dejaron tentar”, para diversos “los que hicieron el juego”, para unos cuantos “los propios ilusos”, para la gran mayoría “historia pasada que no vale la pena recordar”.
En fin, la remota gran esperanza de un grueso sector de la población que los votó en mayor cuantía que el otro bando opositor, trocada en desilusión y olvido.
Sea lo que fuese, cada quien con su verdad; en lo que respecta a lo que puedan sentir y pensar sus partidarios de 8 meses atrás, los resultados están a la vista, no hay mucho de qué hablar. A deshojar la margarita y abonar otro terreno, que este, yermo se quedó.
Independientemente de lo que pueda interpretar cada cual, para comprender lo ocurrido habrá que valerse de una odiosa máxima deportiva “jugaron como nunca, perdieron como siempre”.
Los cuatro jugaron bonito, el resultado favoreció al gobierno y todo continuó como estaba, ni más ni menos. Y por lo visto, continuará.
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