La hermosa singularidad de su voz

Dr. Abraham Gómez R.

Siempre hemos admitido como muy válida la aseveración que nos indica que las palabras no son neutras; por cuanto, en cada vocablo que escogemos para dar cuenta de eventos y personas hay una marcada intencionalidad. Al parecer no hay tal ingenuidad.

Irrumpe una predeterminación; digamos, un modo adrede para atribuir significados a lo que queremos decir.

Aflora con cada término expresado un diferenciado trazo epocal.

El vocablo específico que pronunciemos reposiciona en escena un determinado tejido socio-histórico.

En el caso concreto, para hablar de una mujer deltana excepcional, Berenice Del Moral, salvamos las evasivas y excepciones. No escatimamos las más mínimas frases de halagos y elogios. Cualquier enunciado se queda pequeño y corto para expresar todo cuanto ha alcanzado, Bere, por sus propios méritos y esfuerzos.

La inmensa legión de quienes la queremos, creamos las conjugaciones asertivas al momento de significar –integralmente– a Berenice Del Moral; porque se lo merece, espléndidamente.

Nos permitimos tejer con regusto esta reflexión y tildar con ganas las palabras para distinguir lo que ha sido su prístina y siempre ascendente trayectoria.

Habíamos atesorado entonces –con seguridad– que cooperaría bastante en su vida la precocidad de aquella niña ejecutante virtuosa del fagot, hace muchos años, en la Orquesta Sinfónica del Delta del Orinoco. Domino absoluto de tal instrumento musical que sobrepasaba su diminuta estatura.

¿Qué prefigurábamos en ella?: Constancia, disciplina y demostración de espíritu de superación.

Aparejado a la brevísima descripción anterior; reseñamos, además, que siempre ha estudiado y cultivado un bello registro tesitural para el canto, que alcanza encantadores matices en cada melodía. Herencia de su adorada madre, África, y bajo la asesoría de su padre, el maestro David del Moral. Una hermosa y muy bien aprovechada genética musical.

El versátil desempeño de Berenice – quien posee también suficiente densidad académica, en su condición de Licenciada en Artes de la UCV –le ofreció la ocasión de representar a Venezuela en festivales Internacionales; al tiempo, de haber compartido espectáculos con Simón Díaz, Jesús Sevillano, María Rivas, Cheo Hurtado, Neyda Perdomo, Mirla Castellanos, Mirtha Pérez, Mario Suárez, Gustavo Rodríguez, entre otros.

Con incansable espíritu de superación, junta en perfecta armonía su aquilatada formación para el canto con sus Diplomados en Relaciones Internacionales y geopolítica,

La administración pública y privada en nuestro país tiene en Berenice a una digna Gerente cultural Comunitaria y en Comunicación Alternativa.

Quienes hemos amado al bolero, como género musical –bajo cualquier circunstancia—y haber anidado en nuestros corazones la poesía de sus letras nos sentimos inmensamente orgullosos de recibir todos sus aportes – tan ricamente concebidos– que nos entrega Berenice Del Moral, en cada interpretación.

Destacamos la particularidad – lograda con excelencia en su producción “Hazme Tuya” –, cual es la combinación dialogante de la interpretación que hace Berenice y el discreto protagonismo de la musicalidad que dimana de un instrumento, ejecutado con brillantez para todas las canciones.

Esa dinámica otorga a cada tema un matiz diferente, para deleite de las generaciones de ayer y ahora.

Han constituido un equipo formidable de profesionales; suficientemente acoplado, de reconocidos y muy acreditados maestros.

Nuestro absoluto reconocimiento a quienes con abnegación y empeño han demostrado, permanentemente, que saben lo que hacen.

Tarea maravillosa y de comprobada gerencia la percibimos en Luis Enrique González Castillo: un Productor Ejecutivo a carta cabal. Pendiente de cada detalle, atento a todo – por imperceptible que pudiera parecer–.

Tanta es la felicidad que Berenice se ha permitido revisar su piso ontológico para expresar: “Es un disco que encierra mi esencia familiar; pues cantar boleros me mantiene conectada a mis raíces, a lo que soy, a mi papá y mi mamá, a mi casa, a mi gente; en fin, a lo que amo…”

Dios siga proveyendo inconmensurable talento.

Con justificada razón, hoy podemos reiterar que agradecer nos hace más humanos y nos alarga la vida.

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