La Ministra de Educación está jugando un pool a tres bandas en su contienda interna con la gobernadora del Delta.
Tres caras visibles, cuales caballo y alfil, y por supuesto la Reina, representan la avanzada yelitzista en cada uno de los frentes.
Al viejo zorro de la política le corresponde acompañar a Lizeta. Donde quiera que vaya acudirá, al estilo de un “cartel de presentación” de la corriente alterna. Ya no estará sola con su gente, el otro sector ocupará el espacio que considera le corresponde. En cuanta actividad pública de cierta relevancia realice, el caballo hará acto de presencia.

Al joven le incumbe una tarea diferente. En virtud de su energía y dinamismo, con la fuerza de penetración y rango de movimientos de un alfil, se moverá con amplitud por todos los rincones del Estado, secundado por un equipo de respaldo, los aguerridos peones, que compaginan una doble finalidad: dar fuste político a la praxis educativa e impulsar la juventud psuvista.
Por último, a otro nivel, más elevado, la Reina. En dos vertientes, impulsando desde su trinchera partidista la retoma del espacio perdido en el Psuv deltano y haciendo el trabajo político para dinamitar las bases de apoyo en el nivel central de Hernández.
Los tres al unísono, empujando hacia adelante, remando en la misma dirección, guiando a un colectivo que no se resigna, anhelando volver a ocupar los espacios de poder que suponen dejaron en calidad de préstamo, en manos de una encargada negada a devolvérselos.
