La buena gastronomía tuvo un antes y un después en el Delta, ese hito o parteaguas se llamó Alcañiz.
Si se quiere, en función de la adaptación necesaria y los platos que fuera creando, pudiera denominársele cocina de autor.
Aurelio Figueiras se trajo consigo la escuela española y supo combinarla con la sazón del trópico, cincelando combinaciones de gran colorido y grato sabor de peculio warao margariteño.
Tal explosión de paladar, aunada a la amabilidad y bonhomía del hijo de Galicia, región ibérica, creó una referencia culinaria que al día de hoy, nadie supera.
Agotado por el esfuerzo de sostener un restaurant 14 horas al día, 7 días a la semana, lo vendió y fundó Comercial Manamo, liderando la venta de repuestos para lanchas, motores fuera de borda, plantas eléctricas, motosierras, motos y bicicletas.
60 años después de pisar suelo venezolano y fundar una bonita familia con su amor de siempre, Doña Lourdes, legando tres hijos al país: Mari, “Chicho” y Alberto, aquejado por severos problemas de salud sintió que era hora de partir y se elevó a los cielos.
Deja tras de sí un profundo surco en nuestra tierra, cuyas semillas indelebles son humildad, trabajo y honradez, valores tan arraigados, que serán por siempre su impronta en la eternidad.
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