No habrá más lucha sindical ni trifulca política. La lengua afilada de Jhoni Mendoza descansará eternamente.
En medio de exámenes médicos, procurando determinar la causa de un repentino malestar, falleció.
A pesar de su fortaleza física sucumbió. En su vida pasó de todo, rápido y furioso, hubo suspenso y acción.

Desempeñándose a fondo en los escenarios electorales, purgó cárcel, protagonizó protestas, vociferó en plena calle, encendió cabinas de radio y hasta el cierre de una estación se le atribuyó.
Aquí y allá, peleó, discutió, guerreó, dividió, fisuró, unió, sin bajarse nunca del ring.

De perfil alto o por debajo de la mesa, no se quedó quieto. Tanta intensidad le pasó factura y voló.
Dios lo tenga en su Santa Gloria.

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