INTRODUCCIÓN
Venezuela es un país privilegiado desde todo punto de vista. La diversidad de su geografía, así como la extensión de su patrimonio natural, hacen de esta tierra una fuente infinita de maravillas que le otorgan un lugar distinguido en América y el mundo. Asimismo, posee una tradición histórica de envergadura que se expresa en sus Símbolos Patrios, testimonios de la voluntad incansable de un pueblo que lucha por sus reivindicaciones ancestrales.
La entereza del carácter del pueblo venezolano, además de reflejarse en los Símbolos Patrios, también se aprecia en los Símbolos Naturales que diferencian a la República Bolivariana de Venezuela de otros países. Se trata de un grupo de elementos asumidos como propios y típicos de nuestra tierra, estos forman parte de la rica diversidad biológica, representando uno de sus atributos más atractivos, junto con otras manifestaciones autóctonas que dan cuenta de nuestra identidad nacional, distinguiéndonos de otras culturas.
Generalmente, suele valorarse nuestra flora a partir de su relevancia en términos botánicos para la preservación del ambiente y de los delicados ecosistemas que lo caracterizan. Sin embargo, existe un elemento histórico fundamental que le otorga un carácter invaluable a nuestro patrimonio natural, por cuanto éste también es prueba de una singularidad regional nutrida de valores, costumbres, vivencias, rasgos, experiencias e idiosincrasias, una simbología tan válida como la proveniente de los Símbolos Nacionales que han sido creados por el hombre.
La diversidad florística con que cuenta nuestra nación suramericana, la evidenciamos en los miles de especies que aportan recursos de suma importancia para la preservación del equilibrio ambiental, reflejada en los diversos tipos de vegetación existente a lo largo y ancho del territorio nacional.
Los árboles venezolanos, sin duda alguna son los centinelas anónimos que desde un principio y con el pasar de las épocas, han formado parte de la consolidación de nuestra memoria histórica, en el marco de la conformación de la República Bolivariana de Venezuela como nación independiente por derecho propio. Es tal la huella que estos ejemplares arbóreos han dejado en nuestro devenir histórico y nuestro imaginario colectivo, que su influencia ha quedado plasmada en las diversas formas de expresión cultural, literaria, artística e histórica, recolectoras de las vivencias, tradiciones, sueños y añoranzas del pueblo venezolano.
Árboles Nuestros, rinde tributo a nuestros ejemplares arbóreos, cuya sombra ha cobijado nuestra historia, nuestras luchas y nuestros saberes desde tiempos prehispánicos. Es una aproximación al patrimonio natural venezolano, desde una perspectiva histórica, ofreciendo nuevas maneras de entender y apreciar nuestra herencia, partiendo de la revalorización de la importancia de la riqueza botánica que enaltece la biota venezolana, por medio de poemas, historias, relatos, canciones y leyendas, tomadas de la tradición oral de nuestros pueblos indígenas, cultores, cronistas, poetas y académicos que durante años han dejado constancia de la importancia de nuestros tesoros naturales.
Se trata de ofrecer una muestra de la amplia gama de nuestro universo botánico, como un aporte a la lucha por la concientización, impulso y difusión del valor histórico de nuestro patrimonio natural, elemento distintivo que caracteriza nuestra geografía y se erige como testigo silencioso e incólume de nuestra historia y legado ancestral, evidenciando nuestra evolución política, cultural, económica y social con el pasar del tiempo. Nuestro Comandante Hugo Chávez con la creación de la Misión árbol, estuvo consciente de la significación de nuestra flora para la vida y así siempre nos convocó a la protección de la misma, “…actualmente los seres humanos destruimos 15 millones de hectáreas de bosques. El derretimiento de los polos, el aumento en el número y la potencia de los huracanes, inundaciones y sequías son apenas algunas de las consecuencias de la deforestación irracional que sumada a los actuales patrones de consumo, constituyen una serie amenaza para la vida en el planeta”. El Ambiente en la Revolución Bolivariana (2010).
Destacamos los árboles más emblemáticos de los estados que conforman nuestro país, tomando en cuenta sus características botánicas, así como la significación de estos ejemplares en la construcción de nuestra idiosincrasia.
Conocer y aprender un poco más sobre nuestras especies vegetales más representativas, significa fortalecer el vínculo que nos conecta con nuestra tierra y despertar nuestra conciencia conservacionista innata, siendo beneficiarios de esa naturaleza que más que paisaje inerte, es legado vivo.
CAPÍTULO 1 ARAGUANEY – ÁRBOL NACIONAL
Handroanthus chrysanthus (Jacq.) S.O. Grose (Bignoniaceae)
Si de árboles emblemáticos se trata, el Araguaney se alza como el representante vegetal por excelencia en Venezuela, al ser seleccionado como Árbol Nacional, mediante decreto fechado el 29 de mayo de 1948, durante el mandato de Rómulo Gallegos. Este ejemplar es el elemento constante que destaca en la extensa variedad de especies vegetales en nuestro país, y presenta una singular y hermosa floración amarilla, sello característico que lo diferencia del resto.
Se encuentra distribuido a lo largo y ancho de la geografía venezolana, lo que lo hace digno merecedor de su carácter nacional. El reflejo casi dorado que desprende amarillo vivo de sus flores, contrasta con la aridez que presenta algunas montañas durante la temporada de sequía y constituye un verdadero espectáculo natural, demostración de la resiliencia de esta especie, que, en condiciones aparentemente adversas, ofrece su belleza sin igual en todo su esplendor. Se trata de una suerte de designio dorado que anuncia la temporada de lluvias cargada de esperanza, renovación y reverdecer, posterior a los rigores de los meses calurosos.
Por su belleza, encanto y versatilidad, el Araguaney tiene asegurado su lugar privilegiado dentro dela literatura venezolana que enaltece en sus diferentes géneros la majestuosidad del patrimonio vegetal con mayor arraigo dentro de la memoria colectiva del pueblo venezolano. Académicos, poetas, cultores y literatos de todo el país, han rendido tributo a este hermoso centinela dorado que engalana nuestra geografía.
El poeta y escritor nacido en el estado Bolívar, Antonio García Delepiani, destaca acertadamente la naturaleza, casi omnipresente de este árbol que anónimamente se despliega en montañas y laderas del territorio nacional para atestiguar nuestra evolución como nación:
La particularidad más resaltante del Araguaney consiste en su adaptación a todas las disímiles regiones del país: Crece silvestre en el llano y en la montaña; suele abrirse paso entre los gigantes de las selvas… Ningún otro de sus hermanos en la flora venezolana tiene esa generalidad nacional (García Delepiani, 1955, pág. 66).
El estado Miranda – como el resto de la geografía nacional – se cubre de brillo cuando florece el Araguaney, llenando de vistosidad y color las montañas de Barlovento, ofreciéndonos una imagen inolvidable que suele permanecer en los recuerdos y vivencias de quienes tienen la oportunidad de admirarla. Buen ejemplo de ello son los versos que el poeta mirandino Pedro Lhaya dedica a la entereza de este ejemplar en su poema “La Flor de Galipán” (Lhaya, 1967):
“Y de su terca savia de árbol múltiple Amellador de hacha:
Araguaney que permanece Contra la lengua ácida
De candelas de marzos y aguas de noviembres”
El Araguaney representa inspiración, evocación y reminiscencias para quienes se refugian en sus flores radiantes o en su talante inquebrantable para dar rienda suelta a sus emociones. En todos los rincones de Venezuela, hay quien se siente inevitablemente cautivado por este coloso vegetal, sinónimo de identidad. Desde el estado Zulia y para la posteridad, quedan las líneas del escritor, poeta y ensayista Jorge Schmidke, dedicadas a este árbol patrimonial (Schmidke, 1955, pág. 16):
“…Su copa de amarilla vestidura Prende en la catedral de la espesura Su candelabro de doradas flamas;
Porque la magia que su tronco encierra Chupa el oro del seno de la tierra
Y lo presenta en flor sobre las ramas”
Las flores del Araguaney son tema recurrente en la obra de poetas venezolanos que ante la imagen dorada que proyectan sus flores, no pueden hacer otra cosa más que rendirle honores al monarca de la flora venezolana. El poeta larense Williams Saldivia, hace eco del derroche de encanto que este árbol regala al pueblo venezolano, exaltando la magnificencia de su florecimiento (Saldivia, 2017):
“El rey de los árboles, nuestro árbol nacional; inflorescencia de color oro del paisaje tropical”
La fascinación por el árbol nacional, es parte de la herencia de nuestros pueblos originarios que desde su cosmovisión le atribuyen a este espécimen un origen humano, asentado en una leyenda de los pueblos Caracas y Toromaimas y explica de forma alegórica la creación del río Catuche y el surgimiento del Apamate, árbol que representa al estado Cojedes, y del Araguaney.
Sostiene la tradición oral de estos pueblos que una princesa llamada Araguaney se convirtió en un hermoso árbol del mismo nombre, como pago a las deidades que habían hecho manar un río para surtir de agua los valles al pie del El Ávila, cerro que sufría las inclemencias de una fuerte sequía (Fundación del Niño, 1998).
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