Henry López libraba la última batalla sindical cuando al Altísimo tocó a su puerta

Diecisiete años tuvo Henry López, frenteando el sindicato de obreros de la alcaldía del municipio Tucupita.

Cuando se preparaba para cerrar con broche de oro y optar por la jubilación, el Altísimo decidió que había llegado la hora de descansar.

Y en alas de gloria partió, con un triunfo indiscutible que nada ni nadie logró arrebatarle. Solo faltaba resolver ante el CNE, la disputa planteada por “Songo” Trillo y Jesús Cotúa, sus rivales de siempre, para recibir formalmente las credenciales y comenzar su gesta.

Quedó pendiente la promesa que le quitaba el sueño y había decidido ejecutar a como diera lugar, la transformación de pies a cabeza de la casa sindical.

A las puertas de su segundo hogar

Al guerrero de la voz ronca y los modales sencillos, de trato llano y cordial, enérgico y dinámico, bullanguero y peleador, lo extrañarán como a nadie. Si hubo alguien para quien la alcaldía era su casa, ese fue Henry.

Este sábado 15, recibió cristiana sepultura. Caminó en hombros y brazos de sus compañeros de labores hasta la sede del ayuntamiento, desfiló por su sindicato del alma y recorrió las calles que habrá de volver a pisar en el recuerdo de los suyos, en los pasos de quienes lo secundaron en sus esfuerzos por abanderar el sector gremial y en los pensamientos de los que rivalizaron con él hasta el final.

Lo acompañó la plana mayor, desde la alcaldesa Loa Tamaronis hasta el mas recóndito de los directores a su última morada, desde donde seguirá voceando el decálogo de la lucha sindical y batallando por las reivindicaciones de los que ya hicieron morada celestial.

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