La urgencia de una oposición democrática en Venezuela
Ante la imposibilidad de superar la malévola polarización, mediante un proceso de diálogo entre el gobierno de tinte izquierdista con un proyecto visionario e integral a largo plazo, basado en el pensamiento del Libertador Simón Bolívar, garantizando la autodeterminación y plena soberanía, y la corriente ultraderechista con precedentes de acciones extremistas, como golpes de Estado, guarimbas, La Salida, incursiones mercenarias, (Gedeón), intento de magnicidio, expropiaciones de CITGO y Monomeros, millones de dólares depositados en la banca mundial, 31 toneladas de oro depositado en Inglaterra, expropiación de dos aviones, a través de la ridícula presidencia interina de Juan Guaido, ahora remozado con rostro de mujer en la figura de MCM, impedida de participar en elecciones democráticas en el país por innumerables hechos punibles, según la legislación venezolana, y muchos más actos deleznables para “matar” el estado nación, utilizando en ello al viejito exiliado con su cara de supuesta bondad, es menester aplicarle las 3R a la oposición, a ver si despierta.
La corriente extremista autodenominada Libertaria, encabezada por Donald Trump, Bolsonaro, Macron, Álvaro Uribe, Milei, su pupila de aquí y algunas otras pirañas más, pretende devorar nuestros recursos naturales, sobre todo los energéticos, para fortalecerse y poder entrar en puja en la geopolítica mundial.
Ahí radica la urgencia de un reseteo político entre la oposición democrática, AD, COPEI, LAPIZ, MAS, acompañada de las fuerzas políticas de carácter institucional, y el gobierno, para ingresar a un proceso de diálogo inclusivo en Venezuela, entre venezolanos, arropados con la bandera tricolor, amarillo, azul y rojo, con sus ochos estrellas, simbolizando el Pueblo.
Un acercamiento que permita bajarle no dos, sino un 90% a la confrontación política, unificando criterios y remando en un solo sentido por el bienestar colectivo y el futuro promisorio de las nuevas generaciones.
Esa paz política permitiría como un solo cuerpo, una sola nación, hacerle frente al bloqueo, a las sanciones diverso cuño y a las acciones injerencistas, como cualquier nación libre de este mundo; lejos de entretelones, como el montado el 28 de julio que, por obra y gracia de nuestra cultura rebelde, contestataria y libertario, no prosperó.
No somos sanguinarios, tampoco tontos, pudimos desmontar el famoso “hasta el final” de la apátrida MCM y el viejito embustero que, según el “vampiro” Antonio Ledezma, significa una rebelión civil de mucha sangre inocente, que le permitiría a EEUU devorar nuestra riqueza natural, a nombre de proteger los DDHH, mientras exhibe los genocidios de Palestina y Líbano.
Llegó la hora de jugar política con guáramo, seriedad y mucho nacionalismo.
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