
Juan Carlos Giangreco Luciano partió ligero de equipaje con el alma llena de bondad
Lástima que nos dejó tan temprano, le quedaba bastante por disfrutar.
Quizá no haya sido una figura destacada ni un prócer de la patria, sin embargo, el mundo en torno suyo fue mejor.
Llegó al Delta de carambola, procedente de Carúpano, y, aunque los suyos retornaron, él se quedó.
Con innatas cualidades para la mecánica, la ejerció siempre que pudo, con notables resultados.

Un espiritu sencillo e iluminado, de esos que no necesitan mucho para existir y gozan cada día a su manera, sin molestar ni dañar a nadie.
Atropellado en ocasiones por las circunstancias, como un barquito remecido por las olas, supo salir adelante ajeno a complicaciones.
“Así es la vida, ya usted ve, un cigarrito y un café…”, como la canción de Guaco y así la atravesó.
A esta hora papá Dios, ya lo recibió.
